Tuesday, April 29, 2014

Santos o Pecadores

No estoy tratando de aprovechar las circunstancias en que muchas voces se levantarán cuestionando o defendiendo la santidad de 2 Papas que durante sus pontificados les toco afrontar graves problemas dentro y fuera de la Iglesia y que unen en un hecho inusitado en la ciudad estado independiente del Vaticano a 4 personajes que caracterizan 4 estilos diferentes en una ceremonia de canonización en un  periodo relativamente pequeño del gobierno de la Iglesia Católica
donde además los protagonistas provienen de 4 países diferentes después de casi 500 años del dominio Italiano.
 El primero, de Juan XXIII “El Papa Bueno” quien recibiera de su predecesor acusado de nazista, una Iglesia que buscaba los cambios necesarios para enfrentarse  a los desafíos de los tiempos modernos de la postguerra. Con esta idea en mente, convoca al Concilio Vaticano II al que fueron invitados para aportar sus ideas aunque sin el derecho del voto, a muchos dirigentes y teólogos de diferentes denominaciones cristianas como Anglicanos, Luteranos, Protestantes y Evangélicas también por supuesto,  a Patriarcas Ortodoxos  y otras cabezas de grupos orientales que buscaban el reencuentro y la unidad con la Iglesia Madre y en el caso de la Ortodoxa, con su hermana a la que reconocen desde sus inicios como cabeza de la Iglesia  en la figura de su Obispo Pedro y sus sucesores. No todo parecía ser optimismo ante esta actitud renovadora de este Papa, Hubo dolorosas separaciones de grupos religiosos y parroquiales que seguían a sus pastores y abades que rechazaban muchas de estas reformas y que optaron por separarse de la Iglesia y continuar una Iglesia tradicional a la manera de la Iglesia en Francia del Obispo Lefebre.  Por otro lado, la resolución de buscar la Unidad con otros grupos, hizo nacer el movimiento Ecuménico que fueron descuidados por muchos de sus ministros, perdiendo gran cantidad de fieles que fueron atraídos por las ideas novedosas que presentaban muchos ministros protestantes y evangélicos que encabezaron muchos grupos nacidos de este movimiento, hasta que fueron separados por sus obispos del seno  de la Iglesia. Otra tragedia sucedió en muchos seminarios esparcidos por el mundo, en la que alumnos y profesores dejaron su vocación y sus hábitos aunque siguieron en muchos de los casos, perteneciendo a la Iglesia fungiendo como conferencistas y educadores de escuelas y colegios católicos. Del concilio salió también el clamor de una Iglesia preferencial a los pobres que los jesuitas se encargaron de dar forma mediante una teología de liberación de las clases oprimidas y que fuera retomada por muchos obispos Latinoamericanos y de otros continentes olvidados del tercer mundo, movimiento que fuera destruido por el cardenal Ratzinger durante el reinado de Juan Pablo II. Mismo que alentara a la Fuerza del Opus Dei a retomar esta acción, pero no evangelizando a las masas que ya conocen la pobreza y el desamparo, la opresión y la injusticia, sino a las clases empresariales en cuyas manos está el destino de millones de estas gentes.  Pero quizás la más grave tragedia que aun afecta a la Iglesia, se dio con el acercamiento a las logias que según palabras de Juan XXIII decía: “Demos una apertura a estos grupos que siempre se han mantenido alrededor de la Iglesia” y que al referirse al concilio exclamó: “Abramos nuestra ventana para que entre un poco de aire fresco” mismo que fue aprovechado por enemigos de la Iglesia para colocar durante el Pontificado de Paulo VI, a un arzobispo Norteamericano al frente de las finanzas del vaticano el cual  fuera manipulado por la poderosa Logia P2 para lavar dinero de la Maffia Italiana (de Milán) con grandes nexos en Estados Unidos que obligo a este Papa a quien se acusaba de pertenecer o estar muy cerca de esta maffia, a declarar la Banca Ambrosiana del Vaticano en quiebra, merced a las grandes presiones del gobierno masónico Estadounidense, por lo que yo agregaría que además de ser indiscutiblemente un Papa "Bueno y Visionario", Angelo Roncalli fue además un Papa Ingenuo de cuyo gobierno, su predecesor solía decir: “Si bien ha entrado un poco de aire fresco por la ventana de la Iglesia, también ha entrado por ella el humo de Satanás”. A la muerte de Pablo VI, fue electo Juan Pablo I, El Papa de la sonrisa, a quien la quiebra de la Banca Ambrosiana había afectado directamente en su curia y que venía dispuesto a tomar medidas drásticas en el gobierno de la Iglesia para corregir muchos de estos errores llegando a decir que si de ser necesario tuviera que vender muchos de los tesoros del Vaticano, lo haría sin vacilar para solventar estos problemas, cosas que no pudo realizar, merced a su sospechosa y nunca explicada causa de su muerte ocurrida durante la noche a solo 33 días de su Pontificado, después de haber cenado y platicado con un grupo plenamente identificado de jerarcas de la Iglesia sobre los que recaían gran parte de estos cargos de corrupción. Así fue como muchos de estos problemas, fueron heredados por Juan Pablo II, electo por un colegiado dividido en que sus participantes no confiaban del todo de un nuevo Papa Italiano, eligiendo después de muchos años,  a un Papa que en su presentación, a pesar de hablar el italiano, se disculpaba por no dominar esta lengua. Este Papa identificado por las profecías de San Malaquias como el papa de “Labore Solis”  “El Trabajo del Sol” que consiste en recorrer el mundo, fue indiscutiblemente un Papa viajero, plenamente identificado como un Papa Mariano a quien además se le identifica como el Papa que San Juan Bosco viera en su sueño, dirigiendo la Barca de la Iglesia, protegido por dos columnas emulando a las columnas erguidas en el Alto y el Bajo Egipcio faraónico, que tanto significado tienen en los Templos Masónicos pero que en este sueño  simbolizan la fuerza de la Iglesia mediante la figura Eucarística de Jesús símbolo de la unidad y la figura de María, símbolo de la fidelidad al Dios Trinitario. A él se debe en gran parte, la caída del bloque comunista en el mundo. predicho en los secretos revelados en Fátima, quien además de heredar todos estos problemas derivados del Concilio Vaticano II, poco se sabe la forma de cómo resolvió “milagrosamente” el pago de la deuda Vaticana reclamada por Estados Unidos y que fuera acusado también de su participación para ocultar los casos de pedofilia con que la Iglesia fue acusada de participar a través de muchos de sus jerarcas usando la justificación de medios para lograr los fines o dicho de otra manera, a mantener oculta la verdad para evitar lesionar la reputación de la Iglesia pero que lesionaría la vida de innumerables personas aunque esté comprobado que el verdadero origen de estas acusaciones, fuera la venganza por excluir nuevamente a las logias que aprovechando la ingenuidad y desinformación de los obispos a la apertura Vaticana, permitieron a muchos de sus miembros tanto laicos como religiosos e inclusive jerarcas de la Iglesia, a participar y unirse a estos grupos que hoy conforman las Logias Eclesiásticas incrustadas en la Iglesia en los que la curia Romana ha tenido gran participación y que sigue siendo uno de los más graves problemas a los que se enfrenta el actual Papa Francisco I. El periodo de transición llevado por su sucesor Benedicto XVI, fue un periodo en el que recayeron sobre de él, muchas de las acusaciones que como Inquisidor Mayor, se vio implicado y que al igual que al Cardenal Bernard Show hoy exiliado en el Vaticano bajo la amenaza de ser enjuiciado por su participación en el ocultamiento de los actos de pedofilia ocurridos en su diócesis, fue el primer blanco perseguido por las Logias a quien además identifican como el responsable de haber sido excluidas de la Iglesia en Estados Unidos por ser el encargado de la comisión que para este proposito designo el consejo de Obispos en Estados Unidos y que fuera avalado para ser excluidas de la Iglesia Universal a través del Cardenal Ratzinger, hoy enclaustrado o prisionero en la ciudad del vaticano para evitar acciones en contra de él, que lo mantienen amenazado por estos hechos que ya había sido descrita por Nostradamus al mencionar que el Papa renunciaría y seria puesto en prisión por el Anticristo después de que su sucesor fuera electo. Quienes miran el nombre de Francisco y la capa Jesuita a la que perteneció, no miran el simbolismo que envuelven su reinado. Los Franciscanos y Los Jesuitas Hoy, en la figura del Papa, simbolizan las dos fuerzas que en el pasado evitaron la destrucción de la Iglesia, Los Franciscanos que con su ejemplo catequizaron y convirtieron al cristianismo las fuerzas bárbaras y paganas que invadieron Roma persiguiendo y desestabilizando la silla de Pedro, que motivo su alejamiento con la Iglesia Ortodoxa y los Jesuitas, principales defensores contra un protestantismo que amenazaba con destruir y dispersar a la Iglesia eliminando su cabeza. Hoy no nos queda duda de que esta lucha se repite bajo diferentes  circunstancias en este Papa no del fin del mundo pero si del final de la era, cuyo nombre no es Pedro pero en el que su anillo ostenta no su nombre pero si el símbolo de las llaves de la Iglesia entregadas a este apóstol por su maestro y quien además es uno de los de negro (enunciado por Nostradamus) forma en los que se designaba a los jesuitas de su tiempo. El Papa Francisco toma las riendas de una Iglesia no dividida, pero si carcomida desde sus adentros por una Fuerza Eclesial que el Padre Gobbi relacionara con el Macho Cabrío identificándola con la masonería, apoderada de gran parte de la curia Italiana y expandida por todo el mundo, a través de otros jerarcas importantes que apoyados por este grupo, se hacían impunes y donde muchas de las quejas llegadas a Roma, se veían anuladas. Esta ceremonia donde se conjuntan los principales protagonistas de la era de la Iglesia moderna, reunidos en la Basílica y en la plaza de San Pedro, será una experiencia única en la historia bajo una ceremonia de canonización que simplemente significa el reconocimiento de la Iglesia por su vida ejemplar en el seguimiento de su maestro y que los coloca en el Salón de la fama de la Santidad que la Iglesia reconoce públicamente de una santidad inmensa de seres anónimos y a la que todos somos llamados por el maestro, siguiendo sus huellas en el andar de nuestras vidas, alimentando nuestro espíritu con sus palabras, anunciando el reino con nuestro ejemplo, y reflejando su amor en quienes nos rodean, confiando en nuestra inteligencia. Alentados en nuestra fe y sabedores de que él nos acompaña hasta el final de nuestras vidas. Después de todo, el Estado también reconoce héroes y villanos y les fabrica monumentos y los recuerda en sus calles y avenidas, en sus ciudades y pueblos y que elimina a sus villanos evitando recordarlos. En México tenemos varios, entre ellos al General Porfirio Días, quien peleara contra los Franceses durante la dominación de Maximiliano de Hasburgo, pero que irónicamente se refugió en Francia donde sus restos aun no merecen su repatriación a un México que durante su tiempo se mantuvo fuerte en su economía y en su peso y que a su exilio, sus bienes fueron saqueados y repartidos entre sus enemigos, dejando a su familia en la pobreza, a su Estado en manos de nuevos caciques y aun país dependiente de su economía del que el general al referirse solía decir: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.  Hoy en día la distancia no cuenta para el neoliberalismo que utiliza al humanismo como demagogia pero cuyos fines son sin lugar a dudas la riqueza para convertir a los ricos en más ricos y a los pobres en más pobres y que necesita de muchos nuevos héroes que hagan soñar  a las clases oprimidas, aunque sean héroes de películas o de personajes como en las novelas de García Márquez. Los Templarios vivieron esta tragedia, y sus cabezas sumisas como corderos fueron enviados a la hoguera siguiendo con ello, los pasos de su maestro, condenados por una Iglesia que hace Santos y Condenados, ejecutados por un Gobierno Civil o Monarquico que hace Héroes y Villanos y recordados por muchos de nosotros que seguimos soñando  que algún día uniremos nuestras fuerzas en un Temple cuya espiritualidad va más allá que todas sus riquezas y que mira en Jesús, el modelo de perfección que agrada al Padre. Por todo esto, el concilio continua, la Iglesia se fortalece, la fe se renueva, la esperanza se alienta y el amor se enciende, en una ceremonia única en su historia, contemplada además por millones de seres humanos esparcidos por todo el planeta que abrigan en su corazón, un mundo  lleno de amor, de justicia y de paz.   
Desde la soledad del Temple
Vicente de Houston
Un Marshall olvidad
"UBI AMOR IBI OCULOS"

EL ARMA SECRETA DEL TEMPLE

Como lo prometí en páginas anteriores, presento este capítulo de mi libro en proceso, “Militia Dei“ y como siempre lo hago, presento mis disculpas si es que los aburro o creen que los ofendo.


EL ARMA SECRETA DEL TEMPLE
Esa noche me avisaron que uno de mis oficiales, el caballero Arnoldo Badami, a quien había confiado misiones peligrosas contra asaltantes de caminos y cuyo valor había demostrado en numerosas ocasiones, fue reportado tomando en una de las tabernas más conocidas de Paris. Sabedores de que se resistiría a cualesquiera de los oficiales encargados de sofocar incidentes provocado por Templarios que disfrutaban de un tiempo libre para relajar su espíritu de las tensiones de su trabajo, me avisaron para que tomara las medidas pertinentes, por lo que tomé la decisión de ir personalmente por él. Ordené a dos de mi escolta que se despojaran de sus ropas de monjes guerreros y me acompañaran a recogerlo. Afortunadamente era de noche y aunque las calles se volvían peligrosas en esas horas, cabalgar siempre daba la ventaja. Los monjes tenemos votos de humildad, de pobreza, de castidad y de obediencia a nuestros superiores además de nuestro voto de fidelidad a la Iglesia y a su cabeza terrenal, el Papa; pero no por eso, dejamos de tener acceso en algunos placeres, pues para el Templario, todas las pasiones nacen del corazón, por eso para el Templario, sus votos son espirituales y están sujetos a la Ley del Amor, ya lo había dicho San Agustín, uno de los más grandes teólogos y pensadores de la Iglesia, “Hazlo con amor y haz todo lo que quieras”.  Tenía tiempo deseando incorporar al Caballero Badami, a mi escolta personal, pues además de valiente, era sumamente inteligente y bastante leal, pero los grandes problemas en provincia donde hombres como él, hacía mucha falta, habían postergado mis deseos. La taberna se encontraba iluminada y bastante animada, “Luz de Luna” se distinguía de otras, por su discreción, su excelente servicio y la calidad de sus productos, anexo a una posada en la que dormir en sus cuartos era una delicia  sin la presencia de prostitutas callejeras. Dejamos nuestras cabalgaduras en el establo y de inmediato reconocimos la de nuestro amigo que ya llevaba 2 días en ella. Aunque nuestra presencia no era la de unos monjes, nuestro aspecto y marcialidad inspiraban respeto, aun con nuestras espadas colgadas a nuestra espalda. Lugi estaba sentado solo, en una mesa arrinconada, había sido identificado como Templario debido a su espada de la que nunca un templario se separaba. Su aspecto no mostraba signos de embriaguez solo un rostro preocupado y pensativo. Ordene a mis hombres se sentaran en otra mesa  sin llamar mucho la atención y yo me dirigí a la de él. Afortunadamente solo había estado bebiendo vino que los templarios solíamos usar para relajarnos de las grandes tensiones y que gracias a su calidad, no nos producía somnolencia, en especial ese vino proveniente de nuestros viñedos tan popular y solicitado en toda Europa, algunos con uvas seleccionadas provenientes de viñedos importados del valle del Hebrón, de los que Jesús había tenido tanta preferencia, el favorito además de templos y monasterios que recibían grandes dotaciones para sus bodegas. Si bien, monjes de otras órdenes religiosas  han cultivado siempre sus vinos, el Temple ha procurado siempre la selección de sus cosechas  vendiendo sus excedentes a través de intermediarios. 
Al acercarme a su mesa, Arnoldo se incorporó, intentando saludarme militarmente, golpeando el pecho con la mano izquierda, saludo heredado por los romanos y que el Temple había adquirido para saludar a sus superiores cuando no se encontraban agrupados o en fila y solo se postraban flexionado una rodilla, ante la presencia del Papa y de su jefe superior, el Gran Maestre, a los cuales su juramente de lealtad y de obediencia eran sin reservas. Viendo como hacia esfuerzos para mantenerse de pie, no pude menos que sonreírme a la vez que con voz mesurada, le pedí permiso para sentarme a su mesa. Un mesero presuroso, se acercó para atendernos y le ordene una copa para servir un poco del vino de su mesa, a la vez que le pedía otra botella para mí y otra para la mesa de mis compañeros, así como un buen queso, un poco de pan y aceite de oliva preparado para remojarlo. Arnoldo quiso iniciar la conversación disculpándose torpemente a lo que le replique diciéndole “No vengo en plan de amonestación, únicamente estaba preocupado por ti y curioso por conocer la causa de tu conducta”. Conteniendo su ansiedad, empezó su relato. “Venia de recorrer los caminos costeros que unen Portugal, España y Francia, en  donde  me enteré de un inusual movimiento de Barcos con las insignias del Temple que atracaban en varios puertos donde les esperaban caravanas de carretas presuntamente manejadas por caballeros Templarios sin escolta.  Me extraño que siendo un cargamento para el Temple, no  hubieran pedido de nuestra protección, pero lo más extraño es que los mismos conductores solo seguían órdenes precisas sin conocer  detalles de los planes, los cuales eran secretos ya que algunos venían de monasterios alejados en las montañas donde se habían disfrazado de gitanos para evitar sospechas y solo a su llegada a puerto, habían cambiado sus ropas por las de Templarios, esto me lo confió, un amigo que reconocí y que se detuvo a charlar conmigo en el camino. Bueno, pensé, un Templario no pregunta, solo obedece y pensé que a mi llegada a Paris encontraría más explicaciones e incluso intente buscarte, pero me informaron que no estabas en la ciudad pero que posiblemente regresarías el fin de semana por lo que aprovechando mis días de descanso y opté por venir a esta taberna para reflexionar y descansar y la conclusión a la que pude llegar es que estábamos preparándonos para una guerra o persecución a escala en otros países. Me rehusé a ir a descansar por lo que los taberneros han de ver avisado al Temple de mi presencia al reconocerme por mi espada”. “Bueno”, le conteste, “vamos a tomar esta botella y a comer un poco de este delicioso pan con queso y volveremos a la Casa para descansar, ya que yo también lo necesito después de un viaje largo que hice, por la tarde nos sentaremos a charlar y te contare de todo lo que está sucediendo”. 
Al amanecer, regresaron a la Casa Mayor del Temple, los guardias reconocieron al Marshall saludándolo militarmente, inclinando la cabeza, con la mano izquierda en el pecho y con la derecha empuñando fuertemente su espada desvainada colocándola a un lado de su cintura. Sus escuderos atentos a su regreso, se apresuraron a recibir sus cabalgaduras mientras ellos se dirigían a sus celdas a descansar. El Marshall y sus acompañantes nunca eran cuestionados acerca de su asistencia a la liturgia de las horas, a diferencia de otros caballeros, pero bastaron unas cuantas de ellas para dormir y un refrescante baño para reponerse y estar listos para compartir con sus compañeros los alimentos del mediodía. El amplio despacho del Marshall, fue el elegido para la reunión privada con el caballero Badami, quien mostrando una presencia bastante incomoda, se acomodó en un enorme sillón mientras el Marshall lo hacía en una silla de alto respaldo.  Dos sirvientes se acercaron a ellos a los que el Marshall ordeno una jarra de aromático y espeso café  de indiscutible procedencia árabe  que les fue servido en una pequeña y bien decorada pieza de cerámica que los franceses habían aprendido a fabricar tomando los modelos de los moros. El oficial trató de disculpar su actitud, argumentando haberse sentido molesto por desconocer un plan que implicaba el tránsito de vehículos de carga, en caminos vigilados por él y sus grupos de subordinados. “Quiero disculparme contigo, Arnoldo, pero todo ha sido tan precipitado que no solo caballeros de nuestra entera confianza como tú, no hayan sido informados, sino incluso muchos de los que participan en estas maniobras, desconocen las verdaderas razones que motivaron a realizarlas de esta forma, ahora quiero que tú y tus grupos de vigilancia, se unan al grupo especial de Templarios que he estado formando para realizar estos planes que el Temple está llevando a cabo en el mayor de los secretos”. “Hace un año, fui convocado por el Gran Maestre para iniciar este plan, se trata de proteger los tesoros custodiados por el Temple ante una gran amenaza que se cierne sobre de él, utilizando un grupo elite donde la fidelidad y la obediencia además del valor y la destreza, vayan siempre unidas”. “Yo mismo estaba ignorante de esta amenaza, pues la milicia Templaria está abocada a los asuntos militares, dejando al Gran Maestre y Perceptores, la parte política y económica que es manejada por otras ramas del Temple”. “Ante la gravedad del caso, se me asignaron otros poderes en los que he sido enterado en detalle de la forma en que operan otras oficinas departamentales, tan independientes de la nuestra”. “Los oficiales encargados de ellas, han sido subordinados a la autoridad militar que yo represento, bajo algo que tú has acertado bien en tus deducciones, un estado de guerra en secreto a que el temple ha sido convocado”. “Es por eso que se me ha proporcionado una lista de valores y tesoros que el Termple custodia, de los lugares en que están guardados y de los posibles lugares donde podrían ser trasladados fuera del alcance de los conspiradores, todo esto en el mayor de los sigilos”. “El tesoro incluye objetos y documentos invaluables de otras culturas así como los archivos completos de la orden entre los que destacan gran cantidad de títulos de propiedad, otorgados por reyes y nobles, pero también existen grandes cantidades de joyas y metales preciosos pertenecientes a otros grupos como: catares, judíos, muchos señores de la nobleza y florecientes comerciantes de una nueva clase social que se avizora y que sería despojados de sus riquezas por el sistema dominante si no pusieran su confianza en el temple que protege no solo sus riquezas sino también su identidad”.  “Esta nueva clase emergente, habrá de proponer cambios drásticos en el sistema de gobierno actual por otro que garantice más sus intereses aunque para ello, tendrá que conquistar primero la iglesia, por lo que el Temple habrá de desaparecer o transformarse, originando la aparición de muchos grupos los cuales se tratará de mantener unidos no en su poder o riqueza sino en su espiritualidad”. “Yo mismo desconocía del arma mas poderosa del Temple que se conoce como “Oculis Dei” es decir, mirada de Dios y que está representada por un símbolo Trinitario dentro del cual está ubicado el ojo que representa la mirada escrutadoras de Dios”. “Esta oficina de inteligencia e información, es utilizada por el Gran Maestre y Perceptores, para adelantarse a muchos actos  y acciones cometidos por la inquisición, de los planes secretos de guerra utilizado por las monarquías en contra de algunos nobles y señores, de grupos y personas que han depositado sus riquezas con nosotros y también de muchas otras acciones que se llevan dentro de las monarquías para favorecer aquellos que han sido designados por el rey para sucederle en el poder y obligar a la Iglesia a ungirlos”. “Ahora ha sido el medio más valioso para enterarnos de la gran conspiración que el rey Felipe el hermoso está orquestando en contra del Temple, y quien cuenta además con una gran parte de la jerarquía eclesial, envidiosa del poder y la riqueza de un Temple totalmente fuera de su control”. “Empezaré por decirte  que la mayoría de las órdenes religiosas cuentan con grupos seculares o cofradías que se identifican con los valores espirituales de dichas órdenes y asisten a sus templos usando ropas o hábitos que les identifican con ellos”. “De estas cofradías, han nacido las terceras ordenes que no tienen la rigurosidad del claustro pero si algunos de sus votos”. “El Temple por el contrario, carece de sacerdocio propio y su vida está centrada en la milicia, sin embargo cuenta con muchos simpatizantes laicos  que buscan en la espiritualidad del Temple, la respuesta a su anhelado crecimiento espiritual”. “Este grupo lo constituyen principalmente personajes de la nobleza y sirvientes de ellos en las cortes y en sus casas así como muchos sacerdotes que sirven en las capellanías de la orden y que administran los sacramentos dentro de las grandes catedrales y centros del poder eclesial, pero sobre todo en aquellos grandes templos erguidos con la ayuda del Temple  donde estos cuentan con algunas influencias otorgadas por sus obispos”. “La forma en que el Temple opera estos grupos es la siguiente: primero, son reclutados por el Temple y solo aquellos propuestos por uno de sus miembros, son tomados en cuenta e investigados para su aceptación”. “Esta persona nunca sabrá quien lo propuso ni quien lo aceptó, por lo que entre ellos nunca se reconocen entre sí, ni aún por las personas que lo propusieron, pues nunca son entrados de los resultados además de que les está prohibido indagar”. “Con la edificación de grandes Catedrales, el Temple  ideó los confesionarios para administrar este sacramento y se construyeron de tal forma que el confesor nunca pudiera saber la identidad de sus penitentes, ni éstos la de él”. “Las pequeñas parroquias con pequeños templos Mercedarios son los favoritos donde estos se reúnen en pequeños grupos, desconociendo quienes son entre sí, los advocados al Temple”. “Allí reciben preparación espiritual y usan una pequeña prende en su pecho a manera de escapulario con el escudo de armas de esta orden religiosa que ostenta la cruz Templaria y venera a la virgen Reina y al niño Rey en su advocación de La Virgen de la Merced, que es venerado por los Templarios en diferentes advocaciones con la misma figura y que ocupaban un lugar de honor en las grandes catedrales muchas de las cuales tomaban sus nombres de ella”. “Está por demás decir que ésta orden religiosa, está muy ligada en su espiritualidad a la del Temple”. “Su fundador Pedro Nolasco, era originario de Barcelona y en sus votos está el pagar por prisioneros de guerra cautivados por el Islam ubicado en costas africanas por lo que cuenta con la ayuda secreta del Temple que aún tiene grandes influencias con los moros y que además, en secreto continúa realizando grandes intercambios de tesoros y reliquias con ellos”. “Volviendo a la información de los confesionarios, tanto sacerdotes como feligreses, han sido aleccionados para llevar a cabo un dialogo inicial que de ser realizado a satisfacción de ambas partes, se da paso a la información verbal fuera del sacramento de la confesión y al final, se concluye con dicho sacramento, bajo la advertencia de que la absolución de sus pecados, no será considerada por Dios si incurrió en faltas a la verdad”. “Un monje del “Oculis Dei” esperara pacientemente su turno al final de los confesantes y recibe la información directa del sacerdote, misma que llevará a sus oficinas para empezar a corroborarla y ampliarla para presentarla a sus superiores”. “Así fue como supimos de la conspiración contra los catares, contra los judíos, contra muchas ordenes terciarias que no solo practicaran la pobreza en rigor, sino además criticaban a la Iglesia y a muchos otros grupos y personas que fueron turnados a la inquisición y que el Temple ayudó, salvaguardando muchas de sus riquezas y mantuvo muchas de sus propiedades argumentando que estas pertenecían al Temple por deudas que tenían con ellos”. “Nunca hemos usado ni la violencia, ni el chantaje ni la seducción para obtener información y si se ha incurrido en algunas prácticas censuradas por la moral cristiana, estas se han llevado acabo, utilizando la caridad para salvaguardar la seguridad de algunos familiares de las víctimas,  pagando en metal por sus propiedades en lugares seguros donde podrían disfrutarlos”. “Gracias a esta fuerza integrada principalmente por damas y doncellas de la nobleza y de algunos sirvientes menores y sacerdotes, hemos podido constatar de la realidad de esta conspiración, así como de las acusaciones que se pretenden levantar en contra nuestra”. “Nunca hemos discriminado a nadie por su religión, ni por su ideología, antes bien, compartimos en secreto muchos de sus conocimientos a través de nuestros grupos de investigación, pero nunca hemos practicado la hechicería, ni la sodomía, ni nada abominable que ofenda la pureza de nuestra orden y nuestra fe en Dios, bajo su Ley Divina fundada en el amor, por lo que las acusaciones inventadas por el rey y los inquisidores con las cuales pretenden eliminarnos, nos parecen  absurdas y confiamos en la ayuda del Papa para desbaratarlas pero en caso contrario, gran sorpresa se llevaran nuestros acusadores al no encontrar las riquezas que esperan encontrar”.
Continuara…

Muchos criticaran mi fantasía por no estar mis escritos basados en datos científicos de investigación, pero no carecen de lógica, ciencia fundamental en el desarrollo de la inteligencia, aunque esta sea la más escéptica para aceptar la información que nos llega de este universo compuesto de información y que en lo personal, desconozco como funciona cuando se nos transmiten cosas fuera de nuestra experiencia y percepción individual, pero que yo disfruto y acepto y con gusto comparto lo que estas fuentes de luz me enseñan  a través de sueños y locuciones interiores que me hacen vivir muchos de los capítulos que escribo aunque esto sean rechazado por una conciencia colectiva. Quiero enfatizar en estas páginas, la gran admiración que siento por este grupo compuesto principalmente por mujeres, auténticas guerreras Templarías, cuya espiritualidad estuvo siempre ligada a la del Temple, y aunque algunas veces compartieron  la espada para defender al cristianismo en medio oriente, nunca les hizo falta la espada para defender la causa del Temple durante su regreso al continente y representan el arma más temible de nuestra orden, para llevar a cabo sus planes de transformación a un futuro más allá de nuestro estado actual de guerra.
Desde la soledad del Temple
Vicente De Houston
Un Marshall olvidado
“UBI AMOR, IBI OCULOS”

Santa Hildegarda de Bingen



¿Cómo una monja del siglo XII, y que es santa, pudo descubrir el poder curativo de 20 piedras?
En pleno siglo XX médicos alemanes descubrieron con asombro los conocimientos de esta monja cuya sabiduría es, para muchos, "algo que viene del Cielo".
Luis Arnó

Hablemos de sufrimiento
Hace 850 años, una monja de clausura llamada Santa Hildegarda de Binguen, que acaba de ser nombrada Doctora de la Iglesia por Benedicto XVI, revolucionó la medicina del momento al transmitir una sabiduría sobre las virtudes curativas y profilácticas de una veintena de piedras preciosas o semipreciosas.
Santa Hildegarda, sin salir del convento, con una cultura y formación muy básica, transmitió lo que la “Luz Viva del Espíritu Santo” le dictaba, ofreciendo remedios sencillos a personas con dificultades de salud, basado en el contacto con determinadas piedras.
Con los años, los remedios curativos de Santa Hildegarda fueron bautizados por el pueblo como “la medicina de Dios”, y ya en pleno siglo XX, científicos y médicos alemanes descubrieron con asombro los conocimientos de esta monja del siglo XII, cuya sabiduría es, para muchos, “algo que viene del Cielo”.
Entrevistamos a José María Sánchez de Toca, uno de los mayores expertos en la obra de Santa Hildegarda en el mundo hispano. Él se ha encargado de traducir y preparar la primera edición completa en español de esta obra: El libro de las piedras que curan (LibrosLibres).
"El Libro de las piedras que curan", ¿podríamos decir que es un resumen de creencias medievales?
- En absoluto. Los remedios populares de la Edad Media, las recetas de brujas, eran asquerosos, mientras que todo lo que dice Santa Hildegarda es inocuo, razonable y limpio. Si habla de plantas o animales, normalmente dice que hay que hervirlo.
- Saber médico medieval perdido en nuestros días.
- Tampoco. El saber médico de la Edad Media era árabe y judío, y no se parece a Santa Hildegarda ni de lejos. Los libros de piedras de aquella época, como el Lapidario de Alfonso X el Sabio, que es un compendio de lapidarios árabes, por ejemplo, o el del Obispo Marbordo, son radicalmente distintos en credibilidad, sistematización y si me permite la palabra, en "modernidad".
-¿Y el de Alberto Magno?
-No creo que fuera de verdad de San Alberto Magno; es un libro de hechizos y conjuros para cargarse a la gente, envenenar o provocar abortos.
- Entonces...
- Ella dice que la invadía una llama de Luz Indeficiente que la dictaba y que no la permitía poner nada de su cosecha.
- Se ha publicado bastante que eso era una migraña de aureola.
- Mire, esos señores hablan de oídas de lo que dijo otro que tampoco había leído a Santa Hildegarda. Me recuerdan a aquel prestigioso y venerado historiador de la Medicina que la llamaba "San Gil de Garde".
- Pero era una gran científica.
- Ni hablar, eso no se tiene de pie. Es imposible que tuviera conocimiento experimental de lo que dice. Fijese que dijo ¡en 1153! que las ballenas buscan alimento en la superficie y en el fondo del mar, cosa que la Ciencia solo ha averiguado en la década de 1970, gracias a un submarino espía norteamericano. En el Mar de Behring, las ballenas bajaban al fondo del mar, barrían con la boca abierta los limos del Yukón, repletos de quisquillas, y luego subían a vomitar por los chorros el limo sobrante. No lo sabía nadie, ni los balleneros. Jamas se hubiera supuesto que un mamífero de respiración pulmonar bajase al fondo del mar, pero Santa Hildegarda ya lo había dicho.
- La película "Visión" muestra una gran biblioteca en el monasterio.
- Esa película es un ejemplo de como no deben hacerse las cosas ni falsear la Historia. Está llena de conjeturas que no están avaladas por las fuentes, y eso que hay muchas. Los libros no abundaban entonces como ahora, ni siquiera en los monasterios. Pero en cambio las fuentes son taxativas en que solo la enseñaron a leer el Salterio.
- El Papa Benedicto XVI dice que era muy culta.
- Y tiene razón: Santa Hildegarda estuvo ochenta años recibiendo enseñanzas del Espíritu Santo sobre la estructura del Universo, la naturaleza humana y las criaturas, y eso necesariamente la tuvo que volver cultísima y sabia. Pero suponer que era una erudita contradice de plano las fuentes, que son abundantes, de época y muy fiables. Tenga en cuenta que un concilio investigó en vida, y que después de muerta, investigaron su vida los inquisidores enviados por dos papas sucesivos.
- Este es un libro de "piedras que curan", pero la cuestión fundamental es si hay piedras que curen.
-Por lo que venimos comprobando, sí. Tampoco es tan insólito, si el barbero te corta al afeitarte, te pasa piedra alumbre por el corte para detener la hemorragia. El alumbre es una piedra que cura.
-¿Santa Hildegarda habla del alumbre?
- No. Trata exclusivamente sobre diecinueve piedras que solo pueden utilizarse para el bien y para curar o prevenir daños. Dice Santa Hildegarda que entre las demás piedras algunas sirven para cosas buenas o malas, según se proponga quien las utilice, pero la Santa se ocupa solamente de las que solo sirven para el bien.
- Pero a estas alturas del siglo XXI ¿ ¿No es pura superstición creer que haya piedras que curen?
- Superstición es mantener una creencia sin base real, y prejuicio negarse a aceptar los hechos, y lo que no debe hacer nadie en el siglo XXI es negar los hechos. A menos que a uno le cieguen los prejuicios, hay que aceptar la evidencia. Y la evidencia es que en la mayoría de los casos, estas piedras curan a la mayoría de la gente.
- ¿No siempre?
-No siempre.
- ¿Por qué?
-Pues no lo sabemos. Hay muchísimo que investigar. El caso más claro es la crisoprasa, una modesta piedra con aspecto de jabón usado, que a uno le curó radicalmente en una sola noche un ataque de gota, mientras que otro se la tuvo que quitar de la rodilla porque no le hacía nada y se le estaba clavando en la hinchazón.
-Y entonces, ¿por qué curan?
- Pues tampoco lo sabemos. Muchas de las aplicaciones exigen contacto con la piel, lamer la piedra, o ponerla en vino, lo que puede suponer una transferencia molecular, por infinitesimal que sea. Pero otras veces actúan sin contacto; en concreto Santa Hildegarda advierte que se tenga mucho cuidado en evitar que el rubí toque la piel. Hace unos meses, cuando estaba preparando el libro, enseñé las piedras a unos amigos, y una señora se puso en las rodillas el costurero de plástico donde las guardo. A la mañana siguiente nos contó alborozada que se le habían pasado los dolores de rodilla y cadera que la traían mártir, y pensando a qué podría deberse, cayó en la cuenta del rato que tuvo las piedras en el regazo. Pero no hubo contacto.
- ¿Y no puede tratarse de sugestión o efecto psicosomático?
- Podría ser, pero le voy a contar algo: Un niño, Juancho, de siete años, tenía pesadillas recurrentes, muy violentas. Sus padres le pusieron jaspe debajo del colchón y las pesadillas cesaron esa misma noche. Se fueron a la playa, se dejaron la piedra y las pesadillas se reanudaron. Volvieron a ponerle el jaspe y cesaron. Ahora los niños la llaman la piedra filosofal, como en las películas de Harry Potter.
- ¿Y no pudo ser que el niño estuviera impresionado con la piedra?
- A Juancho no le impresiona ni un adoquín que le pongan de almohada.
- Que me contestaría si le digo que este libro es un texto medieval lleno de ideas medievales con poco contenido práctico.
- Que está hablando sin haberlo leído. Por ejemplo, en este libro Santa Hildegarda describe con pelos y señales como transforman las bacterias del hierro el oxido ferroso en oxido férrico para hacer la magnetita, y eso, amigo, es algo que la Ciencia descubrió en 1877, y todavía se sigue trabajando en ello. Le aseguro que sin análisis, sin laboratorios y sin microcospio era imposible saberlo. Es más, Santa Hildegarda da detalles que aun hoy son desconocidos, aunque verosímiles. Eso no es un conocimiento medieval.
- Pero Santa Hildegarda habla de piedras que ahuyentan los demonios y las serpientes.
- Pues estupendo; no soy partidario de los unos ni de las otras, y no los quiero cerca de mí. Pero esto que usted recuerda debe alertarnos que hay algo en la naturaleza de las piedras que todavía desconocemos. Santa Hildegarda dice que las piedras tienen cierta belleza singular que era la que tenía Lucifer antes de la caída, y que los demonios no soportan porque les recuerda su esplendor pasado. Para hablar de la eficacia de las piedras sobre los espiritus malignos utiliza los verbos "desdeña, pone en fuga, atormenta". Es un campo del que sabemos muy poco.
-¿De las piedras de Santa Hildegarda, cuál es la más útil?
- Cada una tiene su utilidad y con frecuencia se superponen, pero para mí la más útil por ahora esta siendo el jaspe, que es el analgésico y antiinflamatorio mas rápido que conozco. El jaspe que usted puede encontrar en cualquier obra en un saco de gravilla, cualquier guijarro de sílex a manchas y con grano fino.
- El título de este "El libro de las piedras que curan" habla de gemas. ¿Es que son piedras caras?
- Las piedras de las que habla el libro son en su mayoría piedras preciosas o semipreciosas, es decir, gemas, pero una docena son variedades de cuarzo, y el resto puede conseguirse a muy buen precio, digamos, uno o dos euros. En total uno podría hacerse con todas las piedras por unos cincuenta euros, pero no es necesario conseguirlas todas a la vez. Con veinte euros sobraría bastante para hacerse con jaspe, ágata, calcedonia, topacio, crisoprasa y esmeralda, que en este momento me parecen las más sencillas de usar. Por otra parte, buscar las piedras siguiendo las indicaciones que damos en el libro puede convertirse en un hobby muy gratificante.
-¿Satisfecho del esfuerzo y de su traducción?
- Mucho, pero la traducción no es mía, sino de Rafael Renedo, mi yunta de Hildegardiana. Lo mío ha sido averiguar y explicar qué significan hoy las palabras de Santa Hildegarda, comentarlas, anotarlas e indizarlas.
- ¿Qué espera de este libro?
- Que sea útil. Que ayude. Que sean muchos los que descubran con alborozo que hay piedras que curan.
- ¿Y por qué se publica y se difunde ahora precisamente un libro que llevaba ignorado ocho siglos y medio?
- Es algo que da que pensar; quizá es que sea la sabiduría que vamos a necesitar en el futuro, como todo lo de Santa Hildegarda.
- ¿Es un regalo de Dios para los hombres
- Sí; Dios siempre ofrece el remedio antes que nos hagamos la llaga.
NOVEDADES FLUVIUM

Presento este tema que no solo me parece interesante por su espiritualidad y misticismo sino además por su valor científico y metafísico.
Desde la soledead del Temple
Vicente De Houston
Un Marshall olvidado del Temple
“UBI AMOR IBI OCULOS”

Santa Hildegarda de Bingen.
Mistica de la Iglesia.
http://www.hildegardadebingen.com.ar/

Saturday, June 22, 2013

Caballero Templario

El Caballero templario Cristiano cree en Dios que es creador de los cielos y de la tierra de todo lo visible y lo invisible. Cree En la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Su espada representa la Cruz..........
¿El Caballero Templario Mason creerá en el mismo ideal?

Apreciado H:.T:. J. O.-Caballero Templario
La última vez que conteste a una de tus preguntas fui acusado como falto de tacto cuando en realidad quise ser solo sincero en mi respuesta. Hoy voy a darte mi repuesta en el blog de este portal, después de esperar prudentemente que un H:.T:. lo hiciera. Las preguntas como las tuyas, por su simpleza y a veces por su ingenuidad, requieren respuestas profundas, contrario aquellas que presuponen una sabiduría a la que se puede responder con la simpleza e ingenuidad que encierran un secreto que solo con los ojos del alma podría ser descubierto.  
Por principio, debo decirte que el cristianismo es un estilo de vida basado en la imitación de Cristo lo cual también encierra un misterio porque solo mediante el perfeccionamiento espiritual podríamos intentarlo; aproximándome a tu pregunta te diré que, el cristiano no debe tener enemigos en este maravilloso universo material en que estamos colocados, en el cual, al igual que el resto de las creaturas que lo formamos, llámale microbios o galaxias,  solo somos un microcosmo de partículas indefinidas interrelacionadas mediante impulsos maravillosos que nos hacen “ser y actuar”. Muchos podrían pensar que somos marionetas de esas fuerzas superiores, porque solo nos alimentamos de esas emanaciones que llegan a nosotros como pensamientos y emociones ya que los instintos son reacciones naturales a las circunstancias que protegen o multiplican nuestra existencia, pero nos olvidemos, de que somos además, seres provistos de una voluntad que es libre, mediante la cual podemos aceptar o rechazar con nuestra inteligencia, esas fuerzas que nos activan y que además nos hace consientes de nuestros actos y de nuestras responsabilidades para con el resto de la creación. Por lo tanto, nuestros verdaderos enemigos, son esas fuerzas contrarias a la Ley Divina del Amor, un amor que a pesar de nuestras maravillosas cualidades de partículas brillantes  unidas en una entidad  que se transforma y multiplica formando nuestra envoltura que nos veremos precisados  en abandonarlo un día, pero que además es incapaz de producir por si sola, esa chispa divina de amor, pero que tiene la capacidad de voluntad para aceptarla o rechazarla al igual que todos los sentimientos, emociones, deseos y pensamientos que recibimos de nuestras fuentes exteriores pero que en el caso del amor, solo proviene de esa fuente divina superior que nos la envía, y que al recibirla nos incendia y nos permite participar de la unión con ella y retrasmitirla a los seres que componemos la creación que también se alimentan de su energía pero que si la rechazamos, solo logramos hundirnos y deslizarnos en la mas espesa de las tinieblas. La chispa del Amor  constituye la quinta esencia o elíxir de la vida que convierte nuestro ser en la autentica piedra filosofal que nos transforma y hace de nosotros el verdadero puente, no al superhombre como expresa Nietszche, sino a Dios. Nuestros verdaderos enemigos son por lo tanto, las fuerzas contrarias a esa fuente de Luz y de Energía las cuales  viven en las tinieblas separadas de ella. Dicho de otra manera, todo lo invisible que pueda ser y existir contrario a ella. En cuanto al misterio Trinitario, este no es cristiano, es ante todo un misterio revelado pero no develado porque dejaría de ser un misterio, y que la Iglesia Apostólica y Ortodoxa (o Católica) basándose en algunos enunciados Bíblicos, tanto del antiguo como del nuevo Testamento y de las opiniones de los Padres de la Iglesia,  ha manifestado dentro de un credo o aceptación a este misterio de Fe, que ha sido retomado por muchas iglesias de la Reforma y separadas inclusive de esta Iglesia, pero que constituyen la gran comunidad de hermanos separados de la Iglesia Madre. Esto de hecho, nos hace parecer herejes ante los ojos de los monoteístas fundamentalistas como los judíos, los Islámicos y los cristianos que no aceptan  este dogma de Fe, por orgullo o por falta de comprobación, y te diré, que los misterios de Dios solo son revelados en nuestro interior y experimentados por sentidos que no están dentro de los convencionales. Muchos confunden esta creencia con los dioses trinitarios que han existido en el paganismo pero que para esta enorme mayoría cristiana que acepta este misterio trinitario, no lo constituyen 3 Dioses, sino uno solo manifiesto en tres personas íntegramente relacionadas y unidas que constituyen una sola y que las limitaciones de la inteligencia y la razón, son incapaces de por si solas de entender, por lo que “CREDO QUIA ABSURDUM” seria la forma de seguir respondiendo, al igual que las primeras comunidades cristianas lo hicieron a quienes los cuestionaron en su fe. La masonería sin proclamarse religión, es monoteísta en cierta forma, pero su concepto de Dios se extiende más allá de un monoteísmo convencional a estas religiones, que tal vez no busca a Dios sino que solo busca  entender su mente divina.
En cuanto a la interpretación personal de los símbolos, esta va ligada a muchos factores como una letra en diferentes lenguas porque después de todo, el símbolo es el lenguaje personal del ser humano, un animal simbólico, como diría Carlos Jung, que da al símbolo, un valor independiente de la cultura y de la religión pero que constituye arquetipos como son las raíces de los idiomas en este maravilloso idioma personal que el hombre posee. Por lo que para mi “la cruz” es el símbolo de mi vida unida a Cristo Jesús.
En cuanto a Caballero Templario, ¿Qué es un Caballero Templario? Simplemente, un pobre soldado o guerrero espiritual que trata de seguir a Cristo, de muchas y diferentes formas en muchas y diferentes circunstancias que son parte de nuestra vida o experiencia de este mundo.
Agradeciendo tu atención, recibe de mi, un Triple Abrazo Templario desde la soledad del Temple, esperando me honres con tu amistad y participación en este grupo de “Universos Paralelos”.

El Oaraculo Del Temple

La Vida, El Don Mas Preciado De Dios


Apreciado H:.M:.T:. C. L J. M.
En Respuesta a la pagin.a de tu Blog "Los Inmolados por Dios- Santos Suicidas"
En paginas anteriores, enfatizaba el gran valor de la vida humana, como un don inapreciable de Dios. Yo en lo personal creo que las bases que la Iglesia utiliza para el matrimonio, son las que Dios utilizo para unir la parte espiritual del hombre al cual llamamos alma y su parte material al que llamamos cuerpo. Ambos tienen atributos totalmente diferentes y mientras que uno pertenece a una dimensión sin tiempo ni espacio, el otro, es parte de otra, maravillosa por cierto, la cual parece ser un reflejo de la primera. "Lo que Dios une, que no lo separe el hombre" es la sentencia bíblica. Por otro lado, hay que entender que los sacrificios humanos no fueron implantados por Dios, Estos son resultados de costumbres paganas en que las victimas se ofrecían o inmolaban a sus dioses. Abraham al escuchar que su Dios le pedía sacrificara al hijo único de su vejez, sabedor de las costumbres de los pueblos paganos en que dioses como Moloch, Astaroth y muchos más, reclamaban la sangre de  victimas entre las que destacaban la de los infantes, pensó que su Dios no era la excepción y presuroso se dispuso a complacerlo en señal de obediencia a su voluntad. Este acto de obediencia está reflejado en el "Motto" o lema del  Temple el cual pone a Dios por encima de todo, por lo que todos nuestros actos, aun el morir, es para su Gloria, lo cual marca la gran diferencia con otras motivaciones. Respecto algunos otros grupos, como Judíos, Islámicos o los considerados herejes, como los Albigenses o Catares, los Fraticelli, o anteriores a ellos como los Arrianos y otros mas, que aunque contrarios a la Fe de a la Iglesia, morían en su Fe religiosa y aun para los mismos mártires del Cristianismo, es Dios quien Juzga sus acciones y la sentencia que sale de sus labios está llena de justicia y de amor. El suicidio condenable por la Iglesia, es aquel en que el hombre, consciente de sus actos, se quita o deja quitar la vida, tratando de dar fin a una enfermedad, vejez, dolor, o sufrimiento, olvidando que para el Cristiano, la puerta al Padre es angosta  y solo cargando el peso de nuestra cruz con amor, podremos llegar a la cima donde simbólicamente como el "buen" ladrón mencionado en los Evangelios, moriremos a su  lado. Alguien mencionaba en una página de este portal, que los problemas no se resuelven sino se disuelven, y esto me recordaba las palabras de la Madre Teresa De Calcuta, cuando refiriéndose a los problemas antes mencionados decía: cuando soportamos el sufrimiento y el dolor con amor, estos se disuelven y desaparecen, quedando solo el Amor.
Respecto a los mártires del Evangelio (Misioneros) la sentencia Bíblica seria: "El que vive su vida para sí la perderá, y el que sacrifique su vida por mi causa, la hallará." la cual también es aplicable al martirio de los primeros cristianos  (Evangelio según San Mateo 10,39). Y para los héroes que ofrecen su vida por otros en circunstancias de peligro, pienso que la sentencia Bíblica seria:  "No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos." (Evangelio según San Juan 15,13)
Creo que esto, nos lleva a la segunda pregunta, ¿Si Judas no hubiera nacido, Jesús hubiera muerto igual en la cruz? en relación a: "Más le valía a este hombre nunca haber nacido." (Mt 26:24). Creo que Jesús se refería al terrible hecho de perder la vida espiritual, por lo que esta sentencia está vigente para todos los seres humanos, que alejados de la Ley del Amor, rechazan a Jesús y atentan contra sus hermanos, buscando el suicidio en vez del arrepentimiento. Por último y tratando de responder a la pregunta: ¿Fue Jesús un Santo Suicida? respondería que no, Jesús conocía que su misión Mesiánica era la de asumir el papel de ofrenda perfecta,  del cordero de Dios, para ser inmolado en reparación de todos los pecados del mundo, y restituir al hombre en su perfección,  para compartir con Él, la gloria de ser hijos de un mismo "Padre" en la esperanza de que un día, al llamado de su voz, reinstalarnos en la vida perfecta de un cuerpo glorioso, vencedores de la muerte y el pecado. Creo que este tema, tambien ha sido parte de mis reflexiones y experiencias espirituales de estas fechas litúrgicas contenidas en mis paginas "Desde La Soledad Del Temple", por lo que te agradezco la oportunidad que me ofreces de exponer estas ideas como respuesta a la páginas de tu Blog. Disculpa que haya tardado en responderte pero fue por causa de  motivos personales que no pude evitar.
Con el saludo fraternal de siempre, para Ti y para todos mis H:.T:. de este portal.

EL Oraculo Del Temple

Reposando Una Tregua En El Combate


Debido a dolencias en mis pies, posiblemente a causa de la humedad de esta región a la cual no estoy aun acostumbrado, y con algunos problemas de un Internet en un país de Magnates y Potentados, donde viven muchos pobres, y donde sus precios sobrepasan a la calidad de sus productos y el salario de sus trabajadores esta en ínfima proporción a los costos básicos de una canasta alimenticia y de una buena educación, contrastando con el de sus gobernantes y funcionarios; por lo que cansado de saber de las manifestaciones políticas y de los discursos de campaña de sus candidatos a la presidencia de este mágico y maravilloso país, y que prometen hacer de él un México nuevo, como si no hubieran bastado 200 años de opresión y esclavitud para remediar su situación; Decidí tomar unos días de descanso y me propuse revisar todos  mis enlaces y escritos sobre “Alquimia” en mi computadora. ¿Por qué Alquimia?, Si realmente debería estar escribiendo sobre “El Temple”. Ya antes me había confesado ante ustedes como “Católico” y la “Alquimia” es una de las ciencias Restringidas para su estudio y eliminadas de sus colegios y universidades, y muchos de sus seguidores considerados heréticos por sus ideas científicas y modernas que parecían desafiar la Fe de La Iglesia y aunque a muchos se les permitió continuar en secreto con sus estudios y no divulgar sus conocimientos hasta que la Fe hubiera trascendido estos problemas, pero la realidad es que tras estos maravillosos símbolos y signos, se continuaron esparciendo estos conocimientos por lo que muchos de ellos, fueron perseguidos por la inquisición. Los Judíos ortodoxos no fueron la excepción, estos también condenaron la Alquimia porque contaminaba otras ciencias, entre ellas La Cábala, la cual fue restringida en sus estudios y eliminada en sus sinagogas por haber sido distorsionada por muchos de sus seguidores  que la habían convertido en una herejía para los judíos, a semejanza de los Evangelios cristianos. La Iglesia Católica, esta integrada por muchas ramas (Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Jn, 15:5) entre otras, las ultraconservadoras, las reformistas, las liberales, las preferenciales hacia los pobres; sin rebasar los limites impuestos por el Cardenal Ratzinger hoy Papa Benedicto XVI, y muchos grupos inmersos en la masonería eclesial, atrapados por grupos contrarios a la Iglesia de Roma durante la apertura que se les diera a partir del Concilio Vaticano II, llevado a cabo por el Papa Juan XXIII, y muchas otras Iglesias y Organizaciones separadas de su Madre pero que buscan una puerta para volver a ella mediante un Ecumenismo en que la Oración y la Misericordia  van presididas por el Espíritu de Dios  que es Unidad y Eucaristía. Hablo de todo esto, porque quisiera enfatizar en una rama que aun no he mencionado,  que es “El Misticismo” Compuesta por videntes y locucionistas, que profetizan y dan mensajes recibidos y  que muchas veces presentan en ellos, señales y estigmas que manifiestan su lucha abierta contra el espíritu de división y de rechazo a Dios y que son la contraparte de aquellos pobres seres poseídos por estos espíritus rebeldes que martirizan y aniquilan a sus victimas en su furia contra Dios utilizada en ellos. Juan Pablo II tenia su Doctorado en Mística y tuvo varios encuentros contra el demonio a través de exorcismos que realizo, por lo que él estaba familiarizado con esta lucha espiritual que el hombre moderno niega y atribuye a otros factores; Es por eso que el comprendía a este grupo o rama de la Iglesia, muy condenada por otras ramas y aquellas derivadas de esta, que conforman muchos otros grupos que la Iglesia (Como institución) mira con gran desconfianza pues acarrean con ellos muchas tradiciones de grupos contrarios a ella. Muchos grupos ortodoxos como “El Opus Dei” también fueron protegidos por este Papa, que vio en ellos un estilo de vida inmerso en una mística de oración, sacrificio y compasión hacia sus semejantes; Por lo que todo lo dicho de ellos en “El Código Da’Vinci” No expresa otra cosa que la actitud hostil y negativa en contra de la Iglesia de Roma y a los que muchos le atribuyen mas por insultar que por sostener una verdad, el rito masónico Babilónico?. Otro grupo de gran importancia que floreció en este periodo y que fue elevado a Rito Eclesial por Juan Pablo II, fue sin lugar a dudas el de los “Neocatecumenales” que venían a cubrir el vacío dejado por las comunidades eclesiales nacidas durante el movimiento de la Teología de la Liberación.  Yo en  lo personal pienso que el camino de la santidad, es el camino de la mística, es decir, la comunión intima, personal, única e inexplicable, de la creatura con su creador. Esa unidad con el todo, es sin lugar a dudas, la misma que ha sido buscada por grandes Magos y Alquimistas que purificando su espíritu y su materia han logrado ser parte consiente y activa de su Gran Obra. La piedra filosofal y el elixir de la vida, son meros símbolos de cómo nuestras obras se convierten en oro del mas fino, que dan riqueza espiritual a quienes se les otorga y como las palabras salidas de nuestro corazón, dan vida inagotable a quien la reciben. Místicos, magos y alquimistas parecen estar unidos en esa línea, cuando su mente busca a Dios y su corazón habla su lenguaje basado en el amor. Es sin embargo la presencia de cristo en el místico, lo que marca la diferencia en este maravilloso espectro en la que los participantes de esta danza y boda se realiza, y donde la mente humana escudriña la mente divina, no para robarle sus secretos y usarlos en su beneficio, sino para recibirlos de Él y usarlo a favor de sus hermanos mediante la caridad. ¡Que grande es el poder de Dios! ¡Que grande es su misericordia! Como alquimistas podríamos entender las fuerzas de creación y destrucción como fuerzas normales y complementarias en la dualidad de la naturaleza, las cuales buscan su equilibrio, Como Místicos, debemos reconocer esas fuerzas, más allá de nuestros universos, que no buscan el equilibrio sino el triunfo de una de ellas y lograr así la perfección de su Gran Obra que fuera planeada desde el inicio de los tiempos mas no del inicio del Gran Arquitecto que busca compartir con sus creaturas un proyecto que sigue basado en su inmenso Amor. Cuantas cosas se han contado de los Templarios, no solo por aquellos que los critican, sino también por los que dicen apoyarlos, y en las cuales no estoy de acuerdo, Ni fueron ángeles ni demonios, solo seres humanos rodeados de esas fuerzas en combate, como tu y como yo, pero que al igual que esas fuerzas en combate, se Unieron a Dios o se rebelaron contra El, y hoy en día, su espíritu parece posesionarse de muchos de nosotros, moviéndonos a tomar bandos. Les diré algo que muchos de ustedes ya deben saber; Un Marshall en el combate era el jefe en la batalla y su autoridad en ella, quedaba por encima de la de su jefe inmediato, cabeza indiscutible de su Perceptoría, que equivalía a su Diócesis.   Si su Jefe moría, era el Marshall quien sostenía la bandera del Temple y convocaba a elección; si el que moría no era el Gran Maestre, era este quien designaba un sucesor. Los Marshalls olvidados, no tenemos poder, el Temple es nuestra soledad, pero nos queda Cristo para seguirle y una Fe inquebrantable para mantenernos a su lado, sabedores de que siempre seremos un ejercito a su servicio, donde el Tesoro del Temple se encuentra donde esta nuestro corazón, y cuya obligación, es guardarlo y protegerlo de generación en generación hasta la victoria final, donde nuestro Rey y Señor, será coronado con la Triple corona que será arrebatada por el Anticristo, pero que le será arrancada y el, sera puesto junto con todos sus enemigos a sus pies. Para terminar, diré que han sido días de reposo maravillosos, y estoy ordenando todas mis paginas sobre Alquimia que he encontrado, las cuales pienso recopilar para ponerlas en un enlace a la que puedan acceder todos los Hermanos interesados en ellas. Destaco los libros de la Sra. Clear Down así como la de otros muchos M:.T:. que nos ofrecieron además, muchos y maravillosos sitios en el Internet. Gracias a estas lecturas, pude profundizar en algunos  símbolos de esta ciencia que la Iglesia reconoce en toda su expresión maravillosa y que reflejan el pensamiento y misticismo de un espíritu medieval plasmado principalmente en muchas de sus edificaciones. Sin embargo, sigo pensando que el silencio y la contemplación, son el método personal preferido que yo prefiero, con el que puedo entender con mas claridad, a lo que yo llamo mis fuentes de Luz, ellos me instruyen con una inmensa sabiduría y se alejan de mi, discretamente, cuando la mente suprema y mano creadora de cuanto existe, viene hacia mi, y me deja descansar mi agobiada cabeza en sus brazos, donde suelo pasar con Él, siglos de Paz infinita y al despertar de esta unión, suelo sentir el dolor de ser desclavado de una cruz compartida con Él.   
Desde la soledad del Temple
El Oraculo Del Temple

Ecumenismo Espiritual

Ecumenismo espiritual
Conferencia pronunciada por el Cardenal Kasper (19 de febrero de 2007)
Han transcurrido más de cuarenta años desde la clausura, el 8 de diciembre del 1965, del Concilio Vaticano II, que marcó un giro decisivo al compromiso ecuménico, al definir el Decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio como uno de sus propósitos principales el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos. El documento empieza con estas palabras: “Promover el restablecimiento de la unidad entre todos los cristianos es uno de los propósitos principales del sagrado Concilio ecuménico Vaticano II.” (UR 1). Esta opción del Concilio Vaticano II tiene su fundamento en el mandato de nuestro Señor, que el anochecer de su muerte rogó: “que todos sean uno”. El Decreto aclara que no se trata de un ecumenismo cualquiera, sino de un ecumenismo de la verdad y del amor, dirigido a recomponer la unidad visible de la Iglesia (cfr. UR 2 s.).
Desde entonces, la opción ecuménica del Concilio ha sido declarada irreversible por el Papa Juan Pablo II en la Encíclica Ut unum sint (1995) (UUS 3), donde agrega que no se trata de un mero “apéndice” de la actividad tradicional de la Iglesia (UR 20), sino de “una de las prioridades pastorales” de su pontificado (UR 99). El Papa Benedicto XVI, el mismo día siguiente a su elección como sumo pontífice, en un discurso programático pronunciado ante los cardenales reunidos en el cónclave, se declaró dispuesto a hacer todo lo que esté a su alcance para promover la causa fundamental del ecumenismo; y reforzó estas palabras durante la ceremonia de inauguración de su ministerio, el 24 de abril del 2005, en la Plaza San Pedro. Desde entonces, el Papa Benedicto ha repetido esta afirmación en numerosas ocasiones.
Desde que la Iglesia católica, con el Concilio Vaticano II, se ha abierto oficialmente al movimiento ecuménico, el diálogo ecuménico ha dado grandes pasos adelante. Esto ha ocurrido tanto a nivel de cada una de las iglesias locales como a nivel de la Iglesia universal. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPUC) ha establecido diálogos oficiales o conversaciones y encuentros con casi todas las Iglesias y Comunidades eclesiales, con las Federaciones o Alianzas confesionales mundiales y con el Consejo Ecuménico de las Iglesias. Han surgido un gran número de documentos. Gracias a estos diálogos ha sido posible llegar a acercamientos substanciales en varias materias y, en algún caso, llegar a un consenso. Un hito muy importante de este proceso ha sido la firma de la “Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación” con la Federación Luterana Mundial (1999), y la adhesión a esta Declaración por parte del Consejo Metodista Mundial el pasado julio.
Junto a estos diálogos, es importante recordar las visitas del Papa Juan Pablo II a casi todos los Patriarcas orientales y sobre todo la reciente visita del Papa Benedicto XVI al Patriarca ecuménico y la visita a Roma del Arzobispo de Atenas y de toda Grecia. Las dos visitas a las que acabo de aludir pueden ser consideradas históricas. Además de éstas, la reanudación del trabajo de la Comisión teológica internacional para el diálogo con las Iglesias ortodoxas en su conjunto también ha significado una fase nueva en las relaciones con las Iglesias ortodoxas. Aun así, esto no quiere decir que hayamos olvidado los contactos con las comunidades nacidas con la Reforma del siglo XVI. Nos podríamos referir a muchos encuentros alentadores de alto nivel con estas Comunidades durante el último año, la última de las cuales ha sido la visita de una delegación finlandesa a comienzos de la reciente Semana de Oración para la unidad de los cristianos.
Aún más importante que los resultados concretos de los diálogos y de los encuentros oficiales en el vértice de las iglesias es todo aquello a lo que el Papa Juan Pablo II se refiere en su Encíclica sobre el ecumenismo Ut unum sint (1995) o, en otras palabras, el redescubrimiento de la fraternidad entre los cristianos. Hoy ya no hablamos tanto –como el Santo Padre hace notar- de “cristianos separados” o de “hermanos y hermanas separados”, sino de “otros cristianos” y de “otros bautizados”. Este cambio del vocabulario es bastante representativo. Los cristianos de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales ya no se ven hoy en día como adversarios; ya no se ponen los unos enfrente de los otros con actitudes de antagonismo, de competencia o de indiferencia, sino que se consideran mutuamente como hermanos y hermanas que han emprendido juntos el camino hacia la unidad plena.
En nuestros días, trabajan unidos a favor de la paz y de la justicia en el mundo. Desde el inicio del movimiento ecuménico moderno, la promoción de la unidad y la misión en el mundo han caminado al mismo paso. Porque en la promoción de la unidad y en la misión en el mundo actúa la auto-trascendencia de la Iglesia y empieza la reunión escatológica de todos los pueblos que los profetas ya anunciaron.
En el fundamento de este desarrollo tan positivo y alentador cuando el movimiento ecuménico es entendido en la manera justa, no hay ni un filantropismo liberal, ni un relativismo o un pluralismo post-moderno que no tiene en cuenta las diferencias confesionales o abandona la identidad católica; sino que más bien en la base de los diálogos hay la común confesión de la fe en la Santísima Trinidad y en Jesucristo, único y universal salvador y redentor, y el reconocimiento mutuo del único bautismo, a través del cual todos los bautizados entran a formar parte del único Cuerpo de Cristo y se encuentran, por lo tanto, desde ahora, en una comunión real y profunda, aunque no completa. La nueva fraternidad ecuménica no significa, por lo tanto, una realidad sentimental o una sensación familiar de cordialidad, sino que contemplamos una realidad espiritual fundamentada ontológicamente.
Pese a estos progresos tan alentadores, no se puede negar que, más allá de las dificultades singulares, normales y que forman parte de la vida, el diálogo de alguna manera se haya encallado, aunque no se hayan parado los coloquios y los encuentros, las visitas y la correspondencia. La situación ha cambiado, la atmósfera ya no es la misma, aparecen en el horizonte nuevos retos, como por ejemplo el crecimiento enorme de los movimientos evangélicos, pentecostales y carismáticos, que se han desarrollado sobre todo en el hemisferio sur. Por otro lado, en algunas comunidades protestantes se muestran tendencias liberales, sobre todo en cuestiones de ética, que crean nuevas diferencias y dificultades. Mientras que en los momentos inmediatamente posteriores al Concilio se constataba quizás una atmósfera optimista e incluso utópica, hoy se puede prever que el camino ecuménico, al menos según las medidas de los hombres, será todavía largo. Como fruto de esta reflexión, el tema de la última Sesión plenaria del PCPUC, en noviembre del 2006, tuvo como título “El ecumenismo en vía de transformación”.
Como siempre, hay varios motivos para el cambio de una situación. Uno de los motivos ha sido el hecho de que, tras haber superado muchos malentendidos y haber conseguido un consenso fundamental sobre el fulcro de nuestra fe, ahora hemos llegado al núcleo duro de nuestras diferencias eclesiológicas o, mejor, de nuestras diferencias institucionales y eclesiológicas. En el diálogo con las Antiguas Iglesias Orientales y con las Iglesias ortodoxas, esta divergencia afecta la cuestión del ministerio petrino; mientras que, en las relaciones con las Iglesias reformadas, concierne la cuestión de la sucesión apostólica del ministerio episcopal. Este último punto es tan sólo la punta del iceberg de una diferencia muy profunda en la manera de entender la eclesiología. Para poder resolver estos puntos, la Iglesia católica sostiene que es imprescindible afrontar dos cuestiones fundamentales.
Primero: nos hace falta un ecumenismo fundamental; es decir, debemos reforzar los fundamentos de nuestro compromiso ecuménico, la fe en Dios y en Jesucristo. No solamente en las otras Iglesias, sino también a menudo entre nosotros estas verdades fundamentales y centrales están desapareciendo de muchos fieles. Pero ¿Cómo se puede hablar de la justificación de los pecadores por parte de Dios, si ya no hay una viva relación con Dios y si ya no existe la conciencia de ser pecador y de tener necesidad de la redención? Segundo: la cuestión de las Iglesias, entendidas como Comunión. Entretanto, hemos de estar agradecidos que la Comisión Fe y Constitución del Consejo mundial de las Iglesias haya publicado un documento todavía provisional sobre “La naturaleza y la misión de la Iglesia”, en cuya elaboración ha colaborado nuestro Consejo y a la redacción final del cual queremos continuar cooperando muy activamente. Esperamos que esto pueda ser un paso y una contribución importante para lograr la plena comunión, es decir, la comunión eucarística con nuestros hermanos y hermanas, que es el objetivo del compromiso ecuménico.
II.
Tras haber afirmado todo esto y tomando en consideración también los diversos pasos de aproximación, permanece aun así un cierto sentimiento de desilusión y de frustración. Para poner en movimiento la situación actual, es necesario un impulso más fuerte y vigoroso que aquél que, por su naturaleza, los diálogos académicos puedan dar. En este momento crítico, hemos de acudir a la fuerza motriz originaria del movimiento ecuménico y a la dimensión pneumatológica de la existencia cristiana y de la Iglesia. Por esto, junto a los fundamentos teológicos y eclesiológicos antes mencionados, es necesario reflexionar sobre las bases pneumatológicas y espirituales. Porque la unidad de los discípulos de Cristo no se puede “hacer” mediante diálogos teológicos, aunque son muy importantes e irrenunciables, ni mediante una cierta denominada diplomacia eclesiástica o mediante acciones pragmáticas, aunque tengan su utilidad. En última instancia, la unidad de la Iglesia es, si bien visible, una realidad pneumatológica  y por lo tanto un don del Espíritu de Dios. Según el apóstol Pablo hay una diversidad de carismas dentro la Iglesia, pero uno solo es el Espíritu (1 Cor 12,4), que es como el alma de la Iglesia. Es significativo que las palabras de Jesús “que todos sean una sola cosa” no son un mandato, sino una plegaria; y el ecumenismo en último término no es otra cosa que unirse a esta plegaria de nuestro Señor y hacerla nuestra.
Estas no son para mí reflexiones puramente abstractas, sino pensamientos que vienen de mi experiencia personal, madurada a lo largo de muchos años, día tras día. En este periodo de tiempo he participado en muchos diálogos y en muchos encuentros ecuménicos. Y siempre era lo mismo. Si estos diálogos quedaban sólo a nivel académico, resultaban quizás interesantes, pero no traían fruto alguno. A menudo, si no había oración y una atmósfera espiritual, se podían olvidar. Mientras que, si había un clima de oración, los corazones se abrían, era posible superar malentendidos y prejuicios, promover la comprensión también sobre las diferencias, encontrar convergencias y tal vez consensos y sobre todo acrecentaba el amor mutuo y el empuje para continuar.
Esta experiencia personal concuerda con la experiencia histórica de la Iglesia. Las divisiones en el seno de la cristiandad no son debidas primariamente a disputas a nivel de discusiones o a controversias sobre fórmulas doctrinales divergentes, sino a una experiencia de vida que ha llevado a un alejamiento recíproco. Algunas formas de vida de fe cristiana han resultado extrañas las unas a las otras, hasta no poderse entender. Así, las divisiones del pasado son el resultado –como el Concilio ha dicho- de un enfriamiento del amor. Problemas que como tales eran solucionables se han convertido en obstáculos insalvables; de las diferencias, de por si legítimas, han salido controversias, que se han exagerado y absolutizado. Al final se han alejado y ya no se comprenden. Y esto ha conducido a fracturas inevitables. Varias condiciones y circunstancias culturales, sociales y políticas han desarrollado un papel importante en todo esto. Con esto no queremos olvidar que se ha tratado también de una búsqueda de la verdad y de diferencias de fe. Volveremos enseguida sobre este importante aspecto. La búsqueda de la verdad, sin embargo, ha estado siempre inscrita en la experiencia concreta y atada a ésta de manera inseparable.
Por otro lado, ya desde los inicios, el movimiento ecuménico se ha nutrido en gran parte por un movimiento espiritual, que ha encontrado su expresión sobre todo en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, puesta en marcha el año 1933 por el Abbé Paul Couturier, y que para nosotros es siempre el centro ecuménico del año litúrgico.
El Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio, contempla el movimiento ecuménico como impulso y obra del Espíritu Santo (UR 1; 4). Y no por casualidad el Concilio y el Papa de entonces describieron el ecumenismo espiritual como el corazón del movimiento ecuménico (UR 8). El ecumenismo espiritual según el Concilio significa: oración, sobre todo oración ecuménica común, conversión personal y reforma institucional, penitencia y esfuerzo por la santificación personal (UR 5-8). El Papa Juan Pablo II en su Encíclica Ut unum sint y en otros muchos documentos ha repetido y subrayado muchas veces esta idea y el Papa Benedicto XVI continúa en la misma estela.
Recientemente el PCPUC ha publicado un pequeño libro sobre el ecumenismo espiritual, que se basa en muchas experiencias concretas. La publicación había sido recomendada por la Plenaria del 2003. Un primer proyecto había sido presentado y discutido en la Conferencia internacional tenida en Rocca di Papa en noviembre del 2004 con ocasión de la celebración del 40 aniversario del Decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II. Desde entonces hemos recibido muchas sugerencias de organismos ecuménicos internacionales y locales. Así, el libro es el resultado de muchas experiencias personales mías y de otros muchos en varias situaciones y partes del mundo. La intención de la publicación es aportar sugerencias concretas y prácticas a todos aquellos que –como se suele decir están en la base, es decir en las diócesis, en las parroquias y en las diversas comunidades- se esfuerzan en el trabajo ecuménico. 
El acento particular puesto en el ecumenismo espiritual es importante también a la luz de la situación espiritual actual que, por una parte, está marcada por el relativismo y por el esteticismo post-modernos y, por otra, presenta un deseo nostálgico de esperanza espiritual, a menudo vago e impreciso. Es evidente un descontento que brota del vacío dejado por una civilización técnica, funcional y economicista. Se percibe también el descontento con una Iglesia prevalentemente institucional, que no da el suficiente alimento espiritual, que no satisface los deseos más profundos del corazón. Este es uno de los motivos por los cuales tantos fieles dejan la Iglesia y se integran en comunidades carismáticas y pentecostales o se entregan a prácticas esotéricas. Esta situación nos obliga a aclarar desde el principio el concepto de espiritualidad.
III.
Actualmente, la palabra “espiritualidad” se utiliza demasiado y tiene muchos significados. Nos interesa ahora, primeramente, aclarar un poco este término y su significado. Y después podremos dar sugerencias concretas.
Espiritualidad es un “préstamo” léxico que proviene del catolicismo francés. Traducido literalmente significa “piedad”. No obstante, con esto no se cubre toda la gama de significados de este concepto. El Dictionary of Christian Spirituality describe la espiritualidad como aquel comportamiento, aquella fe y aquel conjunto de prácticas que conforman la vida de los hombres, ayudándolos a lograr realidades que van más allá de la percepción de los sentidos. Para mejorar esta descripción, podemos decir que espiritualidad es un estilo de vida guiado por el espíritu. El Léxico ecuménico, por lo tanto, dice: “La espiritualidad consiste en el desarrollo de la existencia cristiana bajo la guía del Espíritu Santo”. 
Está claro, pues, que el concepto de espiritualidad tiene dos componentes: una dimensión que proviene “de arriba” y que no está influenciada por el hombre porque es obra del Espíritu de Dios, y una dimensión “de abajo”, que incluye la condición humana y la situación contingente en que se encuentra cada existencia cristiana y dentro de la que ella intenta forjarse y definirse espiritualmente. La espiritualidad vive, pues, la tensión entre el único Espíritu Santo, que obra en todas partes y en todo, y la variedad de las realidades y de las formas de vida humanas, culturales y sociales. Y es por lo tanto en esta tensión entre unicidad y pluralidad donde reside fundamentalmente el significado de la espiritualidad.
Esta tensión comporta a la espiritualidad el peligro de una fractura o de la preponderancia de uno de los elementos. Como expresiones culturales y terrenales de la fe encarnada, las espiritualidades traen en ellas mismas el riesgo del sincretismo, cuando la fe cristiana se mezcla con elementos religiosos y culturales no adecuados, que falsean la fe misma. Las diversas espiritualidades pueden también unirse a finalidades y cuestiones políticas, confiriendo a la fe cristiana no sólo un tono nacional, sino incluso una impronta ideológica pseudo-espiritual o nacional-chovinista. En algunas formas de fundamentalismo religioso este peligro es extremadamente evidente. Junto a éstas, existen otras formas de espiritualidad, de la denominada espiritualidad ecuménica, que son sólo emotivas o sentimentales y pueden ser descritas como banalizaciones burguesas de la fe cristiana.
Toda espiritualidad, pues, debe preguntarse por qué espíritu se deja guiar, por el Espíritu Santo o por el espíritu del mundo o del tiempo. La espiritualidad implica un discernimiento de los espíritus. La espiritualidad no está exonerada de la búsqueda de la verdad. Por esto, no se puede sustraer cómodamente a la teología apelando a la espiritualidad. La espiritualidad, por permanecer sana, tiene necesidad de una reflexión teológica.
IV.
Los grandes maestros de la vida espiritual nos han dejado un rico tesoro de experiencias para el discernimiento de los espíritus. Las más conocidas son las reglas para el discernimiento de los espíritus del libro de los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Vale la pena releerlo atentamente, desde el punto de vista ecuménico; es posible, en este sentido, sacar un gran provecho de él. Sin embargo, yo prefiero coger aquí otro camino e interrogarme, en tres puntos, sobre cuál es la naturaleza y la obra del Espíritu a nivel ya bíblico, ya sistemático, para llegar a una espiritualidad ecuménica objetiva en base a una teología reflexionada a partir del Espíritu Santo.
1. El significado fundamental en hebreo y en griego de “espíritu” (ruah, pnêuma) es viento, respiración, soplo y –porque la respiración es signo de la vida- vida, alma y, en fin, en una translación de sentido, el espíritu como principio vital del hombre, como sede de las sensaciones espirituales y de su voluntad. No se trata, con todo, de un principio inmanente al hombre; se refiere más bien a la vida dada y hecha posible por Dios. Dios da el espíritu y puede también volverlo a tomar. El espíritu de Dios tiene, pues, la fuerza vital creadora de todas las cosas. Él da al hombre sensibilidad artística y perspicacia, discernimiento y sabiduría.
Es el Spiritus creator, que obra en toda la realidad de la creación. “El espíritu del Señor llena el universo, abarcando cada cosa, conoce cada voz” (Sab 1,7; cfr. 7,22-8,1). Según el apóstol Pablo en la Carta a los Romanos, el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, da respuesta a las esperanzas y sufrimientos del mundo, intercede con insistencia por nosotros, con gemidos inefables (Rom 8,26 s). Según Agustín, el Espíritu es “la fuerza de gravedad de la caridad, el empuje hacia arriba, aquello que se opone a la fuerza de la gravedad hacia abajo y conduce todo a la realización en Dios” (Conf. XIII, 7,8). Toda verdad –como enseña Tomás de Aquino- de donde sea que se derive, proviene del Espíritu Santo (cfr. S. Th E II/109,1).
Una doctrina sobre el Espíritu Santo, por lo tanto, no debe recluirse dentro los muros de una iglesia o replegarse sobre ella misma. Se debe situar en el interior de una prospectiva universal. La pneumatología es posible tan sólo en la escucha, en la atención puesta en las huellas, en las esperanzas, en los gozos y en las vanidades de la vida, en la observación de los signos de los tiempos que se encuentran por todas partes, allí donde la vida nace, está en fermento, se expande, pero también donde las esperanzas de vida son malogradas, estranguladas, amordazadas y suprimidas. En cualquier lugar donde sea mostrada la vida verdadera y nueva, allí obra el Espíritu de Dios.
El Concilio Vaticano II vio este obrar universal del Espíritu no solamente en las religiones de la humanidad, sino también en la cultura y en el progreso de los hombres (cfr. Gaudium et spes, 26; 28; 38; 41; 44). El Papa Juan Pablo II ha desarrollado posteriormente este pensamiento en su Encíclica sobre la misión Redemptoris missio, donde leemos: “El Espíritu, pues, está en el origen mismo de la demanda existencial y religiosa del hombre, la cual nace no sólo de situaciones contingentes, sino de la estructura misma de su ser”. Más adelante el Santo Padre continúa: “La presencia y la actividad del Espíritu no afecta sólo a los individuos, sino a la sociedad y a la historia, a los pueblos, las culturas, las religiones. El Espíritu, en suma, está en el origen de los nobles ideales y de las iniciativas de bien de la humanidad que camina” (n.28).
Por lo tanto, una espiritualidad ecuménica inspirada en la Biblia no puede replegarse en ella misma o ser exclusivamente eclesiocéntrica. Debe estar atenta a la vida y servir a la vida. Debe ocuparse de los asuntos cotidianos, de las pequeñas experiencias de cada día, así como de las grandes cuestiones de la vida y supervivencia del hombre moderno, y también de las religiones y de las obras de la cultura humana. Según un principio de la mística tardo-medieval y de Ignacio de Loyola, es posible encontrar a Dios en todas las cosas.
Espiritualidad ecuménica significa cooperación en favor de la vida, de la justicia, de los derechos del hombre y de la paz. En este contexto no estoy pensando en primer lugar en acciones espectaculares, sino en cooperar en las obras de caridad de cada día, para los niños, los jóvenes, los enfermos, los discapacitados y la gente mayor. Estoy pensando también en la cooperación con la pastoral para los turistas, en los medios de comunicación, etc. Debemos superar en todos estos ámbitos el espíritu de competitividad, porque es necesario que impere la solidaridad. Podemos hacer tantas cosas juntos, y mediante esta cooperación nos conocemos mejor y crecemos juntos.
2. En la Biblia, el espíritu no es sólo fuerza creadora de Dios: es también la fuerza divina que se explicita en la historia. El Espíritu habla a través de los profetas y es prometido como el espíritu mesiánico (Is 11,2; 42,1). Es la fuerza de la nueva creación, que transforma el desierto en paraíso y lo convierte en lugar de ley y justicia (Is 42,15 ss). “No con el poder, no con la fuerza, sino con mi espíritu” (Zac 4,6). El espíritu acerca la criatura que gime y sufre al Reino de la libertad de los hijos de Dios (cfr. Rom 8,19 ss).
El Nuevo Testamento anuncia la venida del Reino de la libertad de Jesucristo. Un reino que nace del Espíritu (Lc 1,35; Mt 1,18.20); en el momento del bautismo, el Espíritu desciende sobre él (Mc 1,9-11); toda su obra sobre la tierra tiene el sello del Espíritu (Lc 4,14.18; 10,21; 11,20). El Espíritu descansa en él; así él puede anunciar el mensaje de júbilo a los pobres, la libertad a los prisioneros, la vista a los ciegos y la justicia a los afligidos (Lc 4,18). Su resurrección acontece en la fuerza del Espíritu (Rom 1,3) y en la fuerza del Espíritu él continúa estando presente en la Iglesia y en el mundo. “El Señor es espíritu” (2 Cor 3, 17).
Puesto que en Jesucristo, en su vida sobre la tierra y en su obra como Redentor, la acción del Espíritu inscrita en la historia de la salvación llega a su plenitud escatológica, el Espíritu es para Pablo el Espíritu del Cristo (Rom 8,9; Fil 1,19), el Espíritu del Señor (2 Cor 3,17) y el Espíritu del Hijo (Gal 4,6). La confesión de Jesucristo es por lo tanto el criterio fundamental para el discernimiento de los espíritus: “...nadie que hable bajo la acción del Espíritu de Dios dice: “Jesús es anatema”; y nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo” (1 Cor 12,3).
Con esto queda bien afianzado el criterio cristológico, que es el decisivo en una espiritualidad ecuménica. Este criterio quiere luchar contra el peligro de un relativismo y de un sincretismo espiritual, que amenaza las experiencias espirituales de las diversas religiones, confundiéndolas entre ellas y seleccionándolas de manera ecléctica. La espiritualidad ecuménica preserva la unicidad y la universalidad del significado salvífico de Jesucristo. Ella es también contraria a la tentación soñadora y exaltada de eliminar la intermediación cristológica y acceder directamente a Dios. Y recuerda: “Dios, nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito que está en el seno del Padre es quien lo ha revelado” (Jn 1,18).
Una espiritualidad ecuménica legítima será por lo tanto en primer lugar una espiritualidad bíblica y recibirá un influjo en la lectura común de las escrituras y en el estudio común de la Biblia. Se impregnará de la Lectio divina, tan recomendada por el Concilio (DV 25), es decir, la lectura de la Biblia ligada a la oración que se convierte en un coloquio entre Dios y el hombre. Reflexionará continuamente sobre las narraciones bíblicas de la venida de Jesús, sobre su mensaje de libertad, sobre su obra liberadora y salvífica, sobre su servicio a los otros, sobre su kenosi hasta la muerte, sobre su entera persona y sobre su obra entera, haciendo de esto el criterio fundante. Ella se empapará del seguimiento de Jesús y continuará buscando el rostro del Cristo, como ha mencionado de manera pragmática Juan Pablo II en su Carta Apostólica Novo millenio ineunte de 2001. Tal espiritualidad se revela en aquello que Pablo define como los frutos del Espíritu: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, dulzura, templanza (Gal 5, 22).
Espiritualidad cristocéntrica significa espiritualidad de la escucha de la palabra y significa también espiritualidad sacramental. Cristo está presente en la palabra y en los sacramentos; el Concilio renovó la imagen de la mesa de la palabra y del cuerpo del Cristo (DV 21). Ecuménicamente tenemos en común sobre todo el Bautismo, mediante el cual somos miembros del único cuerpo de Cristo y estamos ya ahora en una comunión profunda si bien todavía no plena. Por lo tanto, las celebraciones de conmemoraciones del Bautismo común son centrales para una espiritualidad ecuménica. Se puede pensar en la fiesta del Bautismo de Cristo o en ceremonias del período de Cuaresma. No obstante, no es posible una plena participación común en la eucaristía. Conozco bien los problemas pastorales que pueden surgir de ello. Durante los últimos años, se ha desarrollado la costumbre de que aquellos que no pueden participar plenamente y no pueden comulgar piden la bendición del sacerdote; con lo cual no se sienten excluidos y participan tanto como es posible.
La espiritualidad cristológica valora también los testigos de Cristo. Tenemos en común muchos santos de los primeros siglos y tenemos muchísimos testigos que podemos decir mártires, sobre todo en el siglo pasado. Ellos son modelos y ejemplos en el seguimiento de Jesús. No podemos olvidar María, la Madre de Jesús. Incluso muchos evangélicos hoy la redescubren como una figura bíblica y como hermana en la fe.
En fin, en el Espíritu, podemos y debemos decir “¡Abbá, Padre!” como Jesús dijo a Dios (Rom 8,15.26 ss; Gal 4,6). Por lo tanto, una espiritualidad ecuménica es una espiritualidad de la oración. Como María y los Apóstoles –y junto con ellos- tal espiritualidad debe recogerse siempre en la plegaria por la venida de una Pentecostés regeneradora (cfr. Hech 1,13 ss.). Una espiritualidad ecuménica vive, como el mismo Jesús, de la plegaria; concuerda con la plegaria de Jesús y se une a él, en el deseo que todos sean uno (cfr. Jn 17,21). En la plegaria soporta, como Jesús en la cruz, también la experiencia del abandono del espíritu y del abandono de Dios (cfr. Mc 15,34); sólo en la fuerza de la plegaria puede soportar dificultades y desilusiones ecuménicas, como también la experiencia ecuménica del desierto.
3. Junto al criterio cristológico, para Pablo hay también el criterio eclesiológico. Pablo enlaza el Espíritu con la construcción de la comunidad y con el servicio en la Iglesia. El espíritu ha sido dado para el bien de todo el mundo. Los diversos dones del Espíritu deben servir unos y otros (1 Cor 12,4-30). El Espíritu no es un Espíritu de confusión, sino un Dios de paz (1 Cor 14,33). Pero la obra del Espíritu no está limitada a las instituciones de la Iglesia y monopolizada por ella; el Espíritu es dado a todo el mundo como afirma la Biblia, cada cual tiene su carisma. Pero el Espíritu no obra cuando los hombres están unos contra otros, sino cuando están unos con otros, y gracias a la contribución personal por parte de cada uno. El Espíritu es adverso a toda división en facciones y partidos. El don más grande del espíritu es la caridad, sin la cual el conocimiento no tiene ningún valor. La caridad no tiene envidia, no se vanagloria, no se enorgullece; todo lo soporta y no caducará nunca (cfr. 1 Cor 13,1-4.7).
Precisamente, la tradición teológica ha desarrollado con propiedad este aspecto. Según Ireneo de Lyon, la Iglesia es “el recipiente, donde el Espíritu ha vertido la fe y la mantiene fresca”; allí donde está la Iglesia, está también el Espíritu de Dios; allí donde está el Espíritu de Dios, está la Iglesia y toda la gracia” (Adv. haer. III, 24,1). E Hipólito dice: “Festinet autem te ad ecclesiam ubi floret spiritus” (Trad apost. 31; 35). En toda la tradición occidental, inspirada sobre todo en Agustín, el Espíritu es el amor entre el Padre y el Hijo, y aquello que hay de más interno a Dios y al mismo tiempo es más externo a Dios, dado que, en él y a través de él, el amor de Dios se derrama a nuestros corazones. En el Espíritu, Dios da su intimidad al exterior de modo que así nosotros podamos compartir su vida. El Espíritu es, pues, el principio vital de la vida cristiana y como el alma de la Iglesia (cfr. LG 7).
La espiritualidad ecuménica es, pues, una espiritualidad eclesial y, por esto mismo, una espiritualidad de comunión. La espiritualidad ecuménica se afanará por lograr el “Sentire ecclesiam”, se esforzará por entrar más profundamente en la esencia, la tradición, y en particular en la liturgia de la Iglesia, haciendo la liturgia de manera actual y consciente. La espiritualidad ecuménica vive de la fiesta de la liturgia. Tal espiritualidad ecuménica generalmente es vivida en grupos y círculos ecuménicos. Estos grupos, sin embargo, no pueden separarse de la más amplia comunidad de la Iglesia y elevarse por encima de esta. No pueden hacer ecumenismo a su propio gusto y manera. Deben sentirse como miembros que contribuyen a la vida de todo el cuerpo de la Iglesia y por otra parte la reciben también de la comunidad más grande. La espiritualidad ecuménica se esfuerza en conservar la unidad del Espíritu (cfr. Ef 4,3).
Vivir en la Iglesia, con la Iglesia y vivir la Iglesia significa sufrir en la Iglesia y con la Iglesia. Ella sufre y sangra por las heridas causadas por las divisiones. Este sufrimiento es esencial en la espiritualidad ecuménica. Así, la espiritualidad ecuménica moviliza la conciencia de la Iglesia, privándola de replegarse sobre ella misma y sobre su autosuficiencia confesional; estimulándola, por contra, a recorrer y a tocar en la riqueza de las otras tradiciones para buscar una unidad ecuménica más amplia y, de este modo, llegar a la plenitud concreta de su catolicidad. Ella, por lo tanto, entreabre proféticamente una visión del futuro ante la realidad eclesial concreta, sin huir ante esta realidad, pero esforzándose en cambio con paciencia y constancia para conseguir el consenso.
El Espíritu es quien la hace entrar en una verdad cada vez más grande y cada vez más profunda; él debe guiarnos a la verdad completa (Jn 16,13). Esto sucede de varias maneras, una de las cuales, según el texto conciliar ya citado, es la experiencia espiritual. De ésta, forma parte también la experiencia espiritual ecuménica. En efecto, el diálogo ecuménico no es simplemente un intercambio de ideas, sino un intercambio de dones y de experiencias espirituales (UUS 28). Esto es posible para cada cristiano, en el lugar y en la forma que son propios de cada uno, porque cada uno a su manera es un experto, es una persona que vive una experiencia y quiere comunicarla a los otros. Para el diálogo ecuménico vale, pues, todo lo que Pablo ha dicho para toda reunión de la comunidad: cuando os reunáis, que cada uno aporte el propio don (cfr. 1 Cor 14,26).
En los últimos decenios, nosotros los católicos hemos aprendido mucho de la experiencia de nuestros hermanos y de nuestras hermanas protestantes en todo el que se refiere al significado de la Palabra de Dios y a la interpretación de la Sagrada Escritura; ellos, por su parte, aprenden de la realidad de nuestros signos sacramentales y de nuestra manera de celebrar la liturgia. En el encuentro ecuménico con las Iglesias orientales, podemos aprender de su riqueza espiritual y de su respeto por el misterio, mientras que ellos pueden compartir nuestras experiencias pastorales y nuestra experiencia en contacto con el mundo actual. Como sugiere una expresión feliz del Papa Juan Pablo II, la Iglesia puede, pues, aprender a respirar de nuevo con los dos pulmones.
Por lo tanto, el diálogo ecuménico no tiene como objetivo primario el de inducir los otros a convertirse a nuestra Iglesia, sino la conversión de todos a Cristo. Naturalmente, no podemos ni debemos excluir las conversiones singulares en el sentido tradicional; debemos tener un gran respeto por las decisiones tomadas a nivel de conciencia personal que motivan estas opciones. Incluso así, aun en el caso de una conversión individual, de hecho no se trata de una conversión a otra Iglesia, sino de una conversión a la plena verdad de Jesucristo. En este sentido, todos deben convertirse, ya que la conversión no es un acto hecho de una vez para siempre, sino un proceso continuado.
El encuentro ecuménico sostiene esta conversión, puesto que nos lleva al examen de conciencia y es inseparable de la conversión personal y del deseo de una reforma de la Iglesia (cfr. UUS 16; 34 ss; 83 ss). Cuando, intercambiando nuestras recíprocas experiencias confesionales y partiendo de nuestros presupuestos diversos, nos acercamos a Jesús y logramos la medida del completo desarrollo de Cristo (Ef 4,13), entonces nos convertimos en una sola cosa con él. Él es nuestra unidad. En él, tras haber superado nuestras divisiones, podemos realizar históricamente, en concreto, también toda la plenitud de la catolicidad.
Pidámonos ahora: ¿cuál es la unidad de la plenitud hacia la cual andamos? La respuesta es la siguiente: no se trata de una fusión como las de las grandes empresas internacionales de nuestro mundo globalizado; no es tampoco un sistema complejo, desde el punto de vista especulativo o institucional, en el cual los opuestos se anulan, siguiendo una dialéctica de tipo hegeliano. En esto reside la diferencia de fondo entre diálogo y dialéctica. Ciertamente, el diálogo intenta disipar los malentendidos y superar las divisiones entre los partner, tendiendo a la reconciliación. Pero la reconciliación propiamente no elimina la alteridad del otro, no la absorbe ni la aspira, haciéndola desaparecer. Por el contrario, la reconciliación reconoce el otro en su alteridad. La unidad en la caridad no se logra cuando la identidad del otro es anulada y absorbida, sino al contrario, cuando ésta llega a ser confirmada y plena.
Esta experiencia de la unidad en la caridad es el modelo de la unidad cristiana y eclesial. Encuentra, en último término, el fundamento en el amor trinitario entre Padre, Hijo y Espíritu Santo y es el modelo para la unidad eclesial: la unidad de la Iglesia es como un icono de la Trinidad (cfr. LG 4; UR 3).
En último término, el ecumenismo y la unidad son un acontecimiento espiritual. Allí donde se logra un consenso ecuménico, este consenso será experimentado como un don espiritual y como una nueva Pentecostés. De esta nueva Pentecostés habló el Papa Juan XXIII, abriendo el Concilio Vaticano II con una clara perspectiva ecuménica. Estoy convencido de que, si nosotros rogamos como María y los Apóstoles en el Cenáculo (Hech 1,12-14) y si nos empeñamos en hacer todo cuanto nos sea posible, recibiremos un día este don.
Aunque el documento es bastante largo, creo que es importante porque define a la iglesia en su posición frente al movimiento ecuménico de las iglesias y grupos de la cual partiria el acercamiento de grupos templarios dispersos y prioratos esparcidos pero que buscan la unidad entre ellos mediante la OSMTH o de organizaciones similares. Esto me llevara a presentar otros temas como la "Ley del Amor" (En Cristo para los cristianos) y el informe sobre las logias al Episcopado De Norte América que significo el anulamiento de muchas recomendaciones por parte del Vaticano emergidas durante el concilio Vaticano II con respecto a las logias y explicar algunos términos generales contenidos en el concepto "Excomunión" con que la Iglesia separa espiritualmente a muchos de sus miembros.  
Con el Saludo Fraternal a todos mis H:.T:.de este Portal
El Oraculo Del Temple