Saturday, June 22, 2013

Caballero Templario

El Caballero templario Cristiano cree en Dios que es creador de los cielos y de la tierra de todo lo visible y lo invisible. Cree En la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Su espada representa la Cruz..........
¿El Caballero Templario Mason creerá en el mismo ideal?

Apreciado H:.T:. J. O.-Caballero Templario
La última vez que conteste a una de tus preguntas fui acusado como falto de tacto cuando en realidad quise ser solo sincero en mi respuesta. Hoy voy a darte mi repuesta en el blog de este portal, después de esperar prudentemente que un H:.T:. lo hiciera. Las preguntas como las tuyas, por su simpleza y a veces por su ingenuidad, requieren respuestas profundas, contrario aquellas que presuponen una sabiduría a la que se puede responder con la simpleza e ingenuidad que encierran un secreto que solo con los ojos del alma podría ser descubierto.  
Por principio, debo decirte que el cristianismo es un estilo de vida basado en la imitación de Cristo lo cual también encierra un misterio porque solo mediante el perfeccionamiento espiritual podríamos intentarlo; aproximándome a tu pregunta te diré que, el cristiano no debe tener enemigos en este maravilloso universo material en que estamos colocados, en el cual, al igual que el resto de las creaturas que lo formamos, llámale microbios o galaxias,  solo somos un microcosmo de partículas indefinidas interrelacionadas mediante impulsos maravillosos que nos hacen “ser y actuar”. Muchos podrían pensar que somos marionetas de esas fuerzas superiores, porque solo nos alimentamos de esas emanaciones que llegan a nosotros como pensamientos y emociones ya que los instintos son reacciones naturales a las circunstancias que protegen o multiplican nuestra existencia, pero nos olvidemos, de que somos además, seres provistos de una voluntad que es libre, mediante la cual podemos aceptar o rechazar con nuestra inteligencia, esas fuerzas que nos activan y que además nos hace consientes de nuestros actos y de nuestras responsabilidades para con el resto de la creación. Por lo tanto, nuestros verdaderos enemigos, son esas fuerzas contrarias a la Ley Divina del Amor, un amor que a pesar de nuestras maravillosas cualidades de partículas brillantes  unidas en una entidad  que se transforma y multiplica formando nuestra envoltura que nos veremos precisados  en abandonarlo un día, pero que además es incapaz de producir por si sola, esa chispa divina de amor, pero que tiene la capacidad de voluntad para aceptarla o rechazarla al igual que todos los sentimientos, emociones, deseos y pensamientos que recibimos de nuestras fuentes exteriores pero que en el caso del amor, solo proviene de esa fuente divina superior que nos la envía, y que al recibirla nos incendia y nos permite participar de la unión con ella y retrasmitirla a los seres que componemos la creación que también se alimentan de su energía pero que si la rechazamos, solo logramos hundirnos y deslizarnos en la mas espesa de las tinieblas. La chispa del Amor  constituye la quinta esencia o elíxir de la vida que convierte nuestro ser en la autentica piedra filosofal que nos transforma y hace de nosotros el verdadero puente, no al superhombre como expresa Nietszche, sino a Dios. Nuestros verdaderos enemigos son por lo tanto, las fuerzas contrarias a esa fuente de Luz y de Energía las cuales  viven en las tinieblas separadas de ella. Dicho de otra manera, todo lo invisible que pueda ser y existir contrario a ella. En cuanto al misterio Trinitario, este no es cristiano, es ante todo un misterio revelado pero no develado porque dejaría de ser un misterio, y que la Iglesia Apostólica y Ortodoxa (o Católica) basándose en algunos enunciados Bíblicos, tanto del antiguo como del nuevo Testamento y de las opiniones de los Padres de la Iglesia,  ha manifestado dentro de un credo o aceptación a este misterio de Fe, que ha sido retomado por muchas iglesias de la Reforma y separadas inclusive de esta Iglesia, pero que constituyen la gran comunidad de hermanos separados de la Iglesia Madre. Esto de hecho, nos hace parecer herejes ante los ojos de los monoteístas fundamentalistas como los judíos, los Islámicos y los cristianos que no aceptan  este dogma de Fe, por orgullo o por falta de comprobación, y te diré, que los misterios de Dios solo son revelados en nuestro interior y experimentados por sentidos que no están dentro de los convencionales. Muchos confunden esta creencia con los dioses trinitarios que han existido en el paganismo pero que para esta enorme mayoría cristiana que acepta este misterio trinitario, no lo constituyen 3 Dioses, sino uno solo manifiesto en tres personas íntegramente relacionadas y unidas que constituyen una sola y que las limitaciones de la inteligencia y la razón, son incapaces de por si solas de entender, por lo que “CREDO QUIA ABSURDUM” seria la forma de seguir respondiendo, al igual que las primeras comunidades cristianas lo hicieron a quienes los cuestionaron en su fe. La masonería sin proclamarse religión, es monoteísta en cierta forma, pero su concepto de Dios se extiende más allá de un monoteísmo convencional a estas religiones, que tal vez no busca a Dios sino que solo busca  entender su mente divina.
En cuanto a la interpretación personal de los símbolos, esta va ligada a muchos factores como una letra en diferentes lenguas porque después de todo, el símbolo es el lenguaje personal del ser humano, un animal simbólico, como diría Carlos Jung, que da al símbolo, un valor independiente de la cultura y de la religión pero que constituye arquetipos como son las raíces de los idiomas en este maravilloso idioma personal que el hombre posee. Por lo que para mi “la cruz” es el símbolo de mi vida unida a Cristo Jesús.
En cuanto a Caballero Templario, ¿Qué es un Caballero Templario? Simplemente, un pobre soldado o guerrero espiritual que trata de seguir a Cristo, de muchas y diferentes formas en muchas y diferentes circunstancias que son parte de nuestra vida o experiencia de este mundo.
Agradeciendo tu atención, recibe de mi, un Triple Abrazo Templario desde la soledad del Temple, esperando me honres con tu amistad y participación en este grupo de “Universos Paralelos”.

El Oaraculo Del Temple

La Vida, El Don Mas Preciado De Dios


Apreciado H:.M:.T:. C. L J. M.
En Respuesta a la pagin.a de tu Blog "Los Inmolados por Dios- Santos Suicidas"
En paginas anteriores, enfatizaba el gran valor de la vida humana, como un don inapreciable de Dios. Yo en lo personal creo que las bases que la Iglesia utiliza para el matrimonio, son las que Dios utilizo para unir la parte espiritual del hombre al cual llamamos alma y su parte material al que llamamos cuerpo. Ambos tienen atributos totalmente diferentes y mientras que uno pertenece a una dimensión sin tiempo ni espacio, el otro, es parte de otra, maravillosa por cierto, la cual parece ser un reflejo de la primera. "Lo que Dios une, que no lo separe el hombre" es la sentencia bíblica. Por otro lado, hay que entender que los sacrificios humanos no fueron implantados por Dios, Estos son resultados de costumbres paganas en que las victimas se ofrecían o inmolaban a sus dioses. Abraham al escuchar que su Dios le pedía sacrificara al hijo único de su vejez, sabedor de las costumbres de los pueblos paganos en que dioses como Moloch, Astaroth y muchos más, reclamaban la sangre de  victimas entre las que destacaban la de los infantes, pensó que su Dios no era la excepción y presuroso se dispuso a complacerlo en señal de obediencia a su voluntad. Este acto de obediencia está reflejado en el "Motto" o lema del  Temple el cual pone a Dios por encima de todo, por lo que todos nuestros actos, aun el morir, es para su Gloria, lo cual marca la gran diferencia con otras motivaciones. Respecto algunos otros grupos, como Judíos, Islámicos o los considerados herejes, como los Albigenses o Catares, los Fraticelli, o anteriores a ellos como los Arrianos y otros mas, que aunque contrarios a la Fe de a la Iglesia, morían en su Fe religiosa y aun para los mismos mártires del Cristianismo, es Dios quien Juzga sus acciones y la sentencia que sale de sus labios está llena de justicia y de amor. El suicidio condenable por la Iglesia, es aquel en que el hombre, consciente de sus actos, se quita o deja quitar la vida, tratando de dar fin a una enfermedad, vejez, dolor, o sufrimiento, olvidando que para el Cristiano, la puerta al Padre es angosta  y solo cargando el peso de nuestra cruz con amor, podremos llegar a la cima donde simbólicamente como el "buen" ladrón mencionado en los Evangelios, moriremos a su  lado. Alguien mencionaba en una página de este portal, que los problemas no se resuelven sino se disuelven, y esto me recordaba las palabras de la Madre Teresa De Calcuta, cuando refiriéndose a los problemas antes mencionados decía: cuando soportamos el sufrimiento y el dolor con amor, estos se disuelven y desaparecen, quedando solo el Amor.
Respecto a los mártires del Evangelio (Misioneros) la sentencia Bíblica seria: "El que vive su vida para sí la perderá, y el que sacrifique su vida por mi causa, la hallará." la cual también es aplicable al martirio de los primeros cristianos  (Evangelio según San Mateo 10,39). Y para los héroes que ofrecen su vida por otros en circunstancias de peligro, pienso que la sentencia Bíblica seria:  "No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos." (Evangelio según San Juan 15,13)
Creo que esto, nos lleva a la segunda pregunta, ¿Si Judas no hubiera nacido, Jesús hubiera muerto igual en la cruz? en relación a: "Más le valía a este hombre nunca haber nacido." (Mt 26:24). Creo que Jesús se refería al terrible hecho de perder la vida espiritual, por lo que esta sentencia está vigente para todos los seres humanos, que alejados de la Ley del Amor, rechazan a Jesús y atentan contra sus hermanos, buscando el suicidio en vez del arrepentimiento. Por último y tratando de responder a la pregunta: ¿Fue Jesús un Santo Suicida? respondería que no, Jesús conocía que su misión Mesiánica era la de asumir el papel de ofrenda perfecta,  del cordero de Dios, para ser inmolado en reparación de todos los pecados del mundo, y restituir al hombre en su perfección,  para compartir con Él, la gloria de ser hijos de un mismo "Padre" en la esperanza de que un día, al llamado de su voz, reinstalarnos en la vida perfecta de un cuerpo glorioso, vencedores de la muerte y el pecado. Creo que este tema, tambien ha sido parte de mis reflexiones y experiencias espirituales de estas fechas litúrgicas contenidas en mis paginas "Desde La Soledad Del Temple", por lo que te agradezco la oportunidad que me ofreces de exponer estas ideas como respuesta a la páginas de tu Blog. Disculpa que haya tardado en responderte pero fue por causa de  motivos personales que no pude evitar.
Con el saludo fraternal de siempre, para Ti y para todos mis H:.T:. de este portal.

EL Oraculo Del Temple

Reposando Una Tregua En El Combate


Debido a dolencias en mis pies, posiblemente a causa de la humedad de esta región a la cual no estoy aun acostumbrado, y con algunos problemas de un Internet en un país de Magnates y Potentados, donde viven muchos pobres, y donde sus precios sobrepasan a la calidad de sus productos y el salario de sus trabajadores esta en ínfima proporción a los costos básicos de una canasta alimenticia y de una buena educación, contrastando con el de sus gobernantes y funcionarios; por lo que cansado de saber de las manifestaciones políticas y de los discursos de campaña de sus candidatos a la presidencia de este mágico y maravilloso país, y que prometen hacer de él un México nuevo, como si no hubieran bastado 200 años de opresión y esclavitud para remediar su situación; Decidí tomar unos días de descanso y me propuse revisar todos  mis enlaces y escritos sobre “Alquimia” en mi computadora. ¿Por qué Alquimia?, Si realmente debería estar escribiendo sobre “El Temple”. Ya antes me había confesado ante ustedes como “Católico” y la “Alquimia” es una de las ciencias Restringidas para su estudio y eliminadas de sus colegios y universidades, y muchos de sus seguidores considerados heréticos por sus ideas científicas y modernas que parecían desafiar la Fe de La Iglesia y aunque a muchos se les permitió continuar en secreto con sus estudios y no divulgar sus conocimientos hasta que la Fe hubiera trascendido estos problemas, pero la realidad es que tras estos maravillosos símbolos y signos, se continuaron esparciendo estos conocimientos por lo que muchos de ellos, fueron perseguidos por la inquisición. Los Judíos ortodoxos no fueron la excepción, estos también condenaron la Alquimia porque contaminaba otras ciencias, entre ellas La Cábala, la cual fue restringida en sus estudios y eliminada en sus sinagogas por haber sido distorsionada por muchos de sus seguidores  que la habían convertido en una herejía para los judíos, a semejanza de los Evangelios cristianos. La Iglesia Católica, esta integrada por muchas ramas (Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Jn, 15:5) entre otras, las ultraconservadoras, las reformistas, las liberales, las preferenciales hacia los pobres; sin rebasar los limites impuestos por el Cardenal Ratzinger hoy Papa Benedicto XVI, y muchos grupos inmersos en la masonería eclesial, atrapados por grupos contrarios a la Iglesia de Roma durante la apertura que se les diera a partir del Concilio Vaticano II, llevado a cabo por el Papa Juan XXIII, y muchas otras Iglesias y Organizaciones separadas de su Madre pero que buscan una puerta para volver a ella mediante un Ecumenismo en que la Oración y la Misericordia  van presididas por el Espíritu de Dios  que es Unidad y Eucaristía. Hablo de todo esto, porque quisiera enfatizar en una rama que aun no he mencionado,  que es “El Misticismo” Compuesta por videntes y locucionistas, que profetizan y dan mensajes recibidos y  que muchas veces presentan en ellos, señales y estigmas que manifiestan su lucha abierta contra el espíritu de división y de rechazo a Dios y que son la contraparte de aquellos pobres seres poseídos por estos espíritus rebeldes que martirizan y aniquilan a sus victimas en su furia contra Dios utilizada en ellos. Juan Pablo II tenia su Doctorado en Mística y tuvo varios encuentros contra el demonio a través de exorcismos que realizo, por lo que él estaba familiarizado con esta lucha espiritual que el hombre moderno niega y atribuye a otros factores; Es por eso que el comprendía a este grupo o rama de la Iglesia, muy condenada por otras ramas y aquellas derivadas de esta, que conforman muchos otros grupos que la Iglesia (Como institución) mira con gran desconfianza pues acarrean con ellos muchas tradiciones de grupos contrarios a ella. Muchos grupos ortodoxos como “El Opus Dei” también fueron protegidos por este Papa, que vio en ellos un estilo de vida inmerso en una mística de oración, sacrificio y compasión hacia sus semejantes; Por lo que todo lo dicho de ellos en “El Código Da’Vinci” No expresa otra cosa que la actitud hostil y negativa en contra de la Iglesia de Roma y a los que muchos le atribuyen mas por insultar que por sostener una verdad, el rito masónico Babilónico?. Otro grupo de gran importancia que floreció en este periodo y que fue elevado a Rito Eclesial por Juan Pablo II, fue sin lugar a dudas el de los “Neocatecumenales” que venían a cubrir el vacío dejado por las comunidades eclesiales nacidas durante el movimiento de la Teología de la Liberación.  Yo en  lo personal pienso que el camino de la santidad, es el camino de la mística, es decir, la comunión intima, personal, única e inexplicable, de la creatura con su creador. Esa unidad con el todo, es sin lugar a dudas, la misma que ha sido buscada por grandes Magos y Alquimistas que purificando su espíritu y su materia han logrado ser parte consiente y activa de su Gran Obra. La piedra filosofal y el elixir de la vida, son meros símbolos de cómo nuestras obras se convierten en oro del mas fino, que dan riqueza espiritual a quienes se les otorga y como las palabras salidas de nuestro corazón, dan vida inagotable a quien la reciben. Místicos, magos y alquimistas parecen estar unidos en esa línea, cuando su mente busca a Dios y su corazón habla su lenguaje basado en el amor. Es sin embargo la presencia de cristo en el místico, lo que marca la diferencia en este maravilloso espectro en la que los participantes de esta danza y boda se realiza, y donde la mente humana escudriña la mente divina, no para robarle sus secretos y usarlos en su beneficio, sino para recibirlos de Él y usarlo a favor de sus hermanos mediante la caridad. ¡Que grande es el poder de Dios! ¡Que grande es su misericordia! Como alquimistas podríamos entender las fuerzas de creación y destrucción como fuerzas normales y complementarias en la dualidad de la naturaleza, las cuales buscan su equilibrio, Como Místicos, debemos reconocer esas fuerzas, más allá de nuestros universos, que no buscan el equilibrio sino el triunfo de una de ellas y lograr así la perfección de su Gran Obra que fuera planeada desde el inicio de los tiempos mas no del inicio del Gran Arquitecto que busca compartir con sus creaturas un proyecto que sigue basado en su inmenso Amor. Cuantas cosas se han contado de los Templarios, no solo por aquellos que los critican, sino también por los que dicen apoyarlos, y en las cuales no estoy de acuerdo, Ni fueron ángeles ni demonios, solo seres humanos rodeados de esas fuerzas en combate, como tu y como yo, pero que al igual que esas fuerzas en combate, se Unieron a Dios o se rebelaron contra El, y hoy en día, su espíritu parece posesionarse de muchos de nosotros, moviéndonos a tomar bandos. Les diré algo que muchos de ustedes ya deben saber; Un Marshall en el combate era el jefe en la batalla y su autoridad en ella, quedaba por encima de la de su jefe inmediato, cabeza indiscutible de su Perceptoría, que equivalía a su Diócesis.   Si su Jefe moría, era el Marshall quien sostenía la bandera del Temple y convocaba a elección; si el que moría no era el Gran Maestre, era este quien designaba un sucesor. Los Marshalls olvidados, no tenemos poder, el Temple es nuestra soledad, pero nos queda Cristo para seguirle y una Fe inquebrantable para mantenernos a su lado, sabedores de que siempre seremos un ejercito a su servicio, donde el Tesoro del Temple se encuentra donde esta nuestro corazón, y cuya obligación, es guardarlo y protegerlo de generación en generación hasta la victoria final, donde nuestro Rey y Señor, será coronado con la Triple corona que será arrebatada por el Anticristo, pero que le será arrancada y el, sera puesto junto con todos sus enemigos a sus pies. Para terminar, diré que han sido días de reposo maravillosos, y estoy ordenando todas mis paginas sobre Alquimia que he encontrado, las cuales pienso recopilar para ponerlas en un enlace a la que puedan acceder todos los Hermanos interesados en ellas. Destaco los libros de la Sra. Clear Down así como la de otros muchos M:.T:. que nos ofrecieron además, muchos y maravillosos sitios en el Internet. Gracias a estas lecturas, pude profundizar en algunos  símbolos de esta ciencia que la Iglesia reconoce en toda su expresión maravillosa y que reflejan el pensamiento y misticismo de un espíritu medieval plasmado principalmente en muchas de sus edificaciones. Sin embargo, sigo pensando que el silencio y la contemplación, son el método personal preferido que yo prefiero, con el que puedo entender con mas claridad, a lo que yo llamo mis fuentes de Luz, ellos me instruyen con una inmensa sabiduría y se alejan de mi, discretamente, cuando la mente suprema y mano creadora de cuanto existe, viene hacia mi, y me deja descansar mi agobiada cabeza en sus brazos, donde suelo pasar con Él, siglos de Paz infinita y al despertar de esta unión, suelo sentir el dolor de ser desclavado de una cruz compartida con Él.   
Desde la soledad del Temple
El Oraculo Del Temple

Ecumenismo Espiritual

Ecumenismo espiritual
Conferencia pronunciada por el Cardenal Kasper (19 de febrero de 2007)
Han transcurrido más de cuarenta años desde la clausura, el 8 de diciembre del 1965, del Concilio Vaticano II, que marcó un giro decisivo al compromiso ecuménico, al definir el Decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio como uno de sus propósitos principales el restablecimiento de la unidad de todos los cristianos. El documento empieza con estas palabras: “Promover el restablecimiento de la unidad entre todos los cristianos es uno de los propósitos principales del sagrado Concilio ecuménico Vaticano II.” (UR 1). Esta opción del Concilio Vaticano II tiene su fundamento en el mandato de nuestro Señor, que el anochecer de su muerte rogó: “que todos sean uno”. El Decreto aclara que no se trata de un ecumenismo cualquiera, sino de un ecumenismo de la verdad y del amor, dirigido a recomponer la unidad visible de la Iglesia (cfr. UR 2 s.).
Desde entonces, la opción ecuménica del Concilio ha sido declarada irreversible por el Papa Juan Pablo II en la Encíclica Ut unum sint (1995) (UUS 3), donde agrega que no se trata de un mero “apéndice” de la actividad tradicional de la Iglesia (UR 20), sino de “una de las prioridades pastorales” de su pontificado (UR 99). El Papa Benedicto XVI, el mismo día siguiente a su elección como sumo pontífice, en un discurso programático pronunciado ante los cardenales reunidos en el cónclave, se declaró dispuesto a hacer todo lo que esté a su alcance para promover la causa fundamental del ecumenismo; y reforzó estas palabras durante la ceremonia de inauguración de su ministerio, el 24 de abril del 2005, en la Plaza San Pedro. Desde entonces, el Papa Benedicto ha repetido esta afirmación en numerosas ocasiones.
Desde que la Iglesia católica, con el Concilio Vaticano II, se ha abierto oficialmente al movimiento ecuménico, el diálogo ecuménico ha dado grandes pasos adelante. Esto ha ocurrido tanto a nivel de cada una de las iglesias locales como a nivel de la Iglesia universal. El Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos (PCPUC) ha establecido diálogos oficiales o conversaciones y encuentros con casi todas las Iglesias y Comunidades eclesiales, con las Federaciones o Alianzas confesionales mundiales y con el Consejo Ecuménico de las Iglesias. Han surgido un gran número de documentos. Gracias a estos diálogos ha sido posible llegar a acercamientos substanciales en varias materias y, en algún caso, llegar a un consenso. Un hito muy importante de este proceso ha sido la firma de la “Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación” con la Federación Luterana Mundial (1999), y la adhesión a esta Declaración por parte del Consejo Metodista Mundial el pasado julio.
Junto a estos diálogos, es importante recordar las visitas del Papa Juan Pablo II a casi todos los Patriarcas orientales y sobre todo la reciente visita del Papa Benedicto XVI al Patriarca ecuménico y la visita a Roma del Arzobispo de Atenas y de toda Grecia. Las dos visitas a las que acabo de aludir pueden ser consideradas históricas. Además de éstas, la reanudación del trabajo de la Comisión teológica internacional para el diálogo con las Iglesias ortodoxas en su conjunto también ha significado una fase nueva en las relaciones con las Iglesias ortodoxas. Aun así, esto no quiere decir que hayamos olvidado los contactos con las comunidades nacidas con la Reforma del siglo XVI. Nos podríamos referir a muchos encuentros alentadores de alto nivel con estas Comunidades durante el último año, la última de las cuales ha sido la visita de una delegación finlandesa a comienzos de la reciente Semana de Oración para la unidad de los cristianos.
Aún más importante que los resultados concretos de los diálogos y de los encuentros oficiales en el vértice de las iglesias es todo aquello a lo que el Papa Juan Pablo II se refiere en su Encíclica sobre el ecumenismo Ut unum sint (1995) o, en otras palabras, el redescubrimiento de la fraternidad entre los cristianos. Hoy ya no hablamos tanto –como el Santo Padre hace notar- de “cristianos separados” o de “hermanos y hermanas separados”, sino de “otros cristianos” y de “otros bautizados”. Este cambio del vocabulario es bastante representativo. Los cristianos de las diversas Iglesias y Comunidades eclesiales ya no se ven hoy en día como adversarios; ya no se ponen los unos enfrente de los otros con actitudes de antagonismo, de competencia o de indiferencia, sino que se consideran mutuamente como hermanos y hermanas que han emprendido juntos el camino hacia la unidad plena.
En nuestros días, trabajan unidos a favor de la paz y de la justicia en el mundo. Desde el inicio del movimiento ecuménico moderno, la promoción de la unidad y la misión en el mundo han caminado al mismo paso. Porque en la promoción de la unidad y en la misión en el mundo actúa la auto-trascendencia de la Iglesia y empieza la reunión escatológica de todos los pueblos que los profetas ya anunciaron.
En el fundamento de este desarrollo tan positivo y alentador cuando el movimiento ecuménico es entendido en la manera justa, no hay ni un filantropismo liberal, ni un relativismo o un pluralismo post-moderno que no tiene en cuenta las diferencias confesionales o abandona la identidad católica; sino que más bien en la base de los diálogos hay la común confesión de la fe en la Santísima Trinidad y en Jesucristo, único y universal salvador y redentor, y el reconocimiento mutuo del único bautismo, a través del cual todos los bautizados entran a formar parte del único Cuerpo de Cristo y se encuentran, por lo tanto, desde ahora, en una comunión real y profunda, aunque no completa. La nueva fraternidad ecuménica no significa, por lo tanto, una realidad sentimental o una sensación familiar de cordialidad, sino que contemplamos una realidad espiritual fundamentada ontológicamente.
Pese a estos progresos tan alentadores, no se puede negar que, más allá de las dificultades singulares, normales y que forman parte de la vida, el diálogo de alguna manera se haya encallado, aunque no se hayan parado los coloquios y los encuentros, las visitas y la correspondencia. La situación ha cambiado, la atmósfera ya no es la misma, aparecen en el horizonte nuevos retos, como por ejemplo el crecimiento enorme de los movimientos evangélicos, pentecostales y carismáticos, que se han desarrollado sobre todo en el hemisferio sur. Por otro lado, en algunas comunidades protestantes se muestran tendencias liberales, sobre todo en cuestiones de ética, que crean nuevas diferencias y dificultades. Mientras que en los momentos inmediatamente posteriores al Concilio se constataba quizás una atmósfera optimista e incluso utópica, hoy se puede prever que el camino ecuménico, al menos según las medidas de los hombres, será todavía largo. Como fruto de esta reflexión, el tema de la última Sesión plenaria del PCPUC, en noviembre del 2006, tuvo como título “El ecumenismo en vía de transformación”.
Como siempre, hay varios motivos para el cambio de una situación. Uno de los motivos ha sido el hecho de que, tras haber superado muchos malentendidos y haber conseguido un consenso fundamental sobre el fulcro de nuestra fe, ahora hemos llegado al núcleo duro de nuestras diferencias eclesiológicas o, mejor, de nuestras diferencias institucionales y eclesiológicas. En el diálogo con las Antiguas Iglesias Orientales y con las Iglesias ortodoxas, esta divergencia afecta la cuestión del ministerio petrino; mientras que, en las relaciones con las Iglesias reformadas, concierne la cuestión de la sucesión apostólica del ministerio episcopal. Este último punto es tan sólo la punta del iceberg de una diferencia muy profunda en la manera de entender la eclesiología. Para poder resolver estos puntos, la Iglesia católica sostiene que es imprescindible afrontar dos cuestiones fundamentales.
Primero: nos hace falta un ecumenismo fundamental; es decir, debemos reforzar los fundamentos de nuestro compromiso ecuménico, la fe en Dios y en Jesucristo. No solamente en las otras Iglesias, sino también a menudo entre nosotros estas verdades fundamentales y centrales están desapareciendo de muchos fieles. Pero ¿Cómo se puede hablar de la justificación de los pecadores por parte de Dios, si ya no hay una viva relación con Dios y si ya no existe la conciencia de ser pecador y de tener necesidad de la redención? Segundo: la cuestión de las Iglesias, entendidas como Comunión. Entretanto, hemos de estar agradecidos que la Comisión Fe y Constitución del Consejo mundial de las Iglesias haya publicado un documento todavía provisional sobre “La naturaleza y la misión de la Iglesia”, en cuya elaboración ha colaborado nuestro Consejo y a la redacción final del cual queremos continuar cooperando muy activamente. Esperamos que esto pueda ser un paso y una contribución importante para lograr la plena comunión, es decir, la comunión eucarística con nuestros hermanos y hermanas, que es el objetivo del compromiso ecuménico.
II.
Tras haber afirmado todo esto y tomando en consideración también los diversos pasos de aproximación, permanece aun así un cierto sentimiento de desilusión y de frustración. Para poner en movimiento la situación actual, es necesario un impulso más fuerte y vigoroso que aquél que, por su naturaleza, los diálogos académicos puedan dar. En este momento crítico, hemos de acudir a la fuerza motriz originaria del movimiento ecuménico y a la dimensión pneumatológica de la existencia cristiana y de la Iglesia. Por esto, junto a los fundamentos teológicos y eclesiológicos antes mencionados, es necesario reflexionar sobre las bases pneumatológicas y espirituales. Porque la unidad de los discípulos de Cristo no se puede “hacer” mediante diálogos teológicos, aunque son muy importantes e irrenunciables, ni mediante una cierta denominada diplomacia eclesiástica o mediante acciones pragmáticas, aunque tengan su utilidad. En última instancia, la unidad de la Iglesia es, si bien visible, una realidad pneumatológica  y por lo tanto un don del Espíritu de Dios. Según el apóstol Pablo hay una diversidad de carismas dentro la Iglesia, pero uno solo es el Espíritu (1 Cor 12,4), que es como el alma de la Iglesia. Es significativo que las palabras de Jesús “que todos sean una sola cosa” no son un mandato, sino una plegaria; y el ecumenismo en último término no es otra cosa que unirse a esta plegaria de nuestro Señor y hacerla nuestra.
Estas no son para mí reflexiones puramente abstractas, sino pensamientos que vienen de mi experiencia personal, madurada a lo largo de muchos años, día tras día. En este periodo de tiempo he participado en muchos diálogos y en muchos encuentros ecuménicos. Y siempre era lo mismo. Si estos diálogos quedaban sólo a nivel académico, resultaban quizás interesantes, pero no traían fruto alguno. A menudo, si no había oración y una atmósfera espiritual, se podían olvidar. Mientras que, si había un clima de oración, los corazones se abrían, era posible superar malentendidos y prejuicios, promover la comprensión también sobre las diferencias, encontrar convergencias y tal vez consensos y sobre todo acrecentaba el amor mutuo y el empuje para continuar.
Esta experiencia personal concuerda con la experiencia histórica de la Iglesia. Las divisiones en el seno de la cristiandad no son debidas primariamente a disputas a nivel de discusiones o a controversias sobre fórmulas doctrinales divergentes, sino a una experiencia de vida que ha llevado a un alejamiento recíproco. Algunas formas de vida de fe cristiana han resultado extrañas las unas a las otras, hasta no poderse entender. Así, las divisiones del pasado son el resultado –como el Concilio ha dicho- de un enfriamiento del amor. Problemas que como tales eran solucionables se han convertido en obstáculos insalvables; de las diferencias, de por si legítimas, han salido controversias, que se han exagerado y absolutizado. Al final se han alejado y ya no se comprenden. Y esto ha conducido a fracturas inevitables. Varias condiciones y circunstancias culturales, sociales y políticas han desarrollado un papel importante en todo esto. Con esto no queremos olvidar que se ha tratado también de una búsqueda de la verdad y de diferencias de fe. Volveremos enseguida sobre este importante aspecto. La búsqueda de la verdad, sin embargo, ha estado siempre inscrita en la experiencia concreta y atada a ésta de manera inseparable.
Por otro lado, ya desde los inicios, el movimiento ecuménico se ha nutrido en gran parte por un movimiento espiritual, que ha encontrado su expresión sobre todo en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, puesta en marcha el año 1933 por el Abbé Paul Couturier, y que para nosotros es siempre el centro ecuménico del año litúrgico.
El Concilio Vaticano II, en su Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio, contempla el movimiento ecuménico como impulso y obra del Espíritu Santo (UR 1; 4). Y no por casualidad el Concilio y el Papa de entonces describieron el ecumenismo espiritual como el corazón del movimiento ecuménico (UR 8). El ecumenismo espiritual según el Concilio significa: oración, sobre todo oración ecuménica común, conversión personal y reforma institucional, penitencia y esfuerzo por la santificación personal (UR 5-8). El Papa Juan Pablo II en su Encíclica Ut unum sint y en otros muchos documentos ha repetido y subrayado muchas veces esta idea y el Papa Benedicto XVI continúa en la misma estela.
Recientemente el PCPUC ha publicado un pequeño libro sobre el ecumenismo espiritual, que se basa en muchas experiencias concretas. La publicación había sido recomendada por la Plenaria del 2003. Un primer proyecto había sido presentado y discutido en la Conferencia internacional tenida en Rocca di Papa en noviembre del 2004 con ocasión de la celebración del 40 aniversario del Decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio del Concilio Vaticano II. Desde entonces hemos recibido muchas sugerencias de organismos ecuménicos internacionales y locales. Así, el libro es el resultado de muchas experiencias personales mías y de otros muchos en varias situaciones y partes del mundo. La intención de la publicación es aportar sugerencias concretas y prácticas a todos aquellos que –como se suele decir están en la base, es decir en las diócesis, en las parroquias y en las diversas comunidades- se esfuerzan en el trabajo ecuménico. 
El acento particular puesto en el ecumenismo espiritual es importante también a la luz de la situación espiritual actual que, por una parte, está marcada por el relativismo y por el esteticismo post-modernos y, por otra, presenta un deseo nostálgico de esperanza espiritual, a menudo vago e impreciso. Es evidente un descontento que brota del vacío dejado por una civilización técnica, funcional y economicista. Se percibe también el descontento con una Iglesia prevalentemente institucional, que no da el suficiente alimento espiritual, que no satisface los deseos más profundos del corazón. Este es uno de los motivos por los cuales tantos fieles dejan la Iglesia y se integran en comunidades carismáticas y pentecostales o se entregan a prácticas esotéricas. Esta situación nos obliga a aclarar desde el principio el concepto de espiritualidad.
III.
Actualmente, la palabra “espiritualidad” se utiliza demasiado y tiene muchos significados. Nos interesa ahora, primeramente, aclarar un poco este término y su significado. Y después podremos dar sugerencias concretas.
Espiritualidad es un “préstamo” léxico que proviene del catolicismo francés. Traducido literalmente significa “piedad”. No obstante, con esto no se cubre toda la gama de significados de este concepto. El Dictionary of Christian Spirituality describe la espiritualidad como aquel comportamiento, aquella fe y aquel conjunto de prácticas que conforman la vida de los hombres, ayudándolos a lograr realidades que van más allá de la percepción de los sentidos. Para mejorar esta descripción, podemos decir que espiritualidad es un estilo de vida guiado por el espíritu. El Léxico ecuménico, por lo tanto, dice: “La espiritualidad consiste en el desarrollo de la existencia cristiana bajo la guía del Espíritu Santo”. 
Está claro, pues, que el concepto de espiritualidad tiene dos componentes: una dimensión que proviene “de arriba” y que no está influenciada por el hombre porque es obra del Espíritu de Dios, y una dimensión “de abajo”, que incluye la condición humana y la situación contingente en que se encuentra cada existencia cristiana y dentro de la que ella intenta forjarse y definirse espiritualmente. La espiritualidad vive, pues, la tensión entre el único Espíritu Santo, que obra en todas partes y en todo, y la variedad de las realidades y de las formas de vida humanas, culturales y sociales. Y es por lo tanto en esta tensión entre unicidad y pluralidad donde reside fundamentalmente el significado de la espiritualidad.
Esta tensión comporta a la espiritualidad el peligro de una fractura o de la preponderancia de uno de los elementos. Como expresiones culturales y terrenales de la fe encarnada, las espiritualidades traen en ellas mismas el riesgo del sincretismo, cuando la fe cristiana se mezcla con elementos religiosos y culturales no adecuados, que falsean la fe misma. Las diversas espiritualidades pueden también unirse a finalidades y cuestiones políticas, confiriendo a la fe cristiana no sólo un tono nacional, sino incluso una impronta ideológica pseudo-espiritual o nacional-chovinista. En algunas formas de fundamentalismo religioso este peligro es extremadamente evidente. Junto a éstas, existen otras formas de espiritualidad, de la denominada espiritualidad ecuménica, que son sólo emotivas o sentimentales y pueden ser descritas como banalizaciones burguesas de la fe cristiana.
Toda espiritualidad, pues, debe preguntarse por qué espíritu se deja guiar, por el Espíritu Santo o por el espíritu del mundo o del tiempo. La espiritualidad implica un discernimiento de los espíritus. La espiritualidad no está exonerada de la búsqueda de la verdad. Por esto, no se puede sustraer cómodamente a la teología apelando a la espiritualidad. La espiritualidad, por permanecer sana, tiene necesidad de una reflexión teológica.
IV.
Los grandes maestros de la vida espiritual nos han dejado un rico tesoro de experiencias para el discernimiento de los espíritus. Las más conocidas son las reglas para el discernimiento de los espíritus del libro de los ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Vale la pena releerlo atentamente, desde el punto de vista ecuménico; es posible, en este sentido, sacar un gran provecho de él. Sin embargo, yo prefiero coger aquí otro camino e interrogarme, en tres puntos, sobre cuál es la naturaleza y la obra del Espíritu a nivel ya bíblico, ya sistemático, para llegar a una espiritualidad ecuménica objetiva en base a una teología reflexionada a partir del Espíritu Santo.
1. El significado fundamental en hebreo y en griego de “espíritu” (ruah, pnêuma) es viento, respiración, soplo y –porque la respiración es signo de la vida- vida, alma y, en fin, en una translación de sentido, el espíritu como principio vital del hombre, como sede de las sensaciones espirituales y de su voluntad. No se trata, con todo, de un principio inmanente al hombre; se refiere más bien a la vida dada y hecha posible por Dios. Dios da el espíritu y puede también volverlo a tomar. El espíritu de Dios tiene, pues, la fuerza vital creadora de todas las cosas. Él da al hombre sensibilidad artística y perspicacia, discernimiento y sabiduría.
Es el Spiritus creator, que obra en toda la realidad de la creación. “El espíritu del Señor llena el universo, abarcando cada cosa, conoce cada voz” (Sab 1,7; cfr. 7,22-8,1). Según el apóstol Pablo en la Carta a los Romanos, el Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, da respuesta a las esperanzas y sufrimientos del mundo, intercede con insistencia por nosotros, con gemidos inefables (Rom 8,26 s). Según Agustín, el Espíritu es “la fuerza de gravedad de la caridad, el empuje hacia arriba, aquello que se opone a la fuerza de la gravedad hacia abajo y conduce todo a la realización en Dios” (Conf. XIII, 7,8). Toda verdad –como enseña Tomás de Aquino- de donde sea que se derive, proviene del Espíritu Santo (cfr. S. Th E II/109,1).
Una doctrina sobre el Espíritu Santo, por lo tanto, no debe recluirse dentro los muros de una iglesia o replegarse sobre ella misma. Se debe situar en el interior de una prospectiva universal. La pneumatología es posible tan sólo en la escucha, en la atención puesta en las huellas, en las esperanzas, en los gozos y en las vanidades de la vida, en la observación de los signos de los tiempos que se encuentran por todas partes, allí donde la vida nace, está en fermento, se expande, pero también donde las esperanzas de vida son malogradas, estranguladas, amordazadas y suprimidas. En cualquier lugar donde sea mostrada la vida verdadera y nueva, allí obra el Espíritu de Dios.
El Concilio Vaticano II vio este obrar universal del Espíritu no solamente en las religiones de la humanidad, sino también en la cultura y en el progreso de los hombres (cfr. Gaudium et spes, 26; 28; 38; 41; 44). El Papa Juan Pablo II ha desarrollado posteriormente este pensamiento en su Encíclica sobre la misión Redemptoris missio, donde leemos: “El Espíritu, pues, está en el origen mismo de la demanda existencial y religiosa del hombre, la cual nace no sólo de situaciones contingentes, sino de la estructura misma de su ser”. Más adelante el Santo Padre continúa: “La presencia y la actividad del Espíritu no afecta sólo a los individuos, sino a la sociedad y a la historia, a los pueblos, las culturas, las religiones. El Espíritu, en suma, está en el origen de los nobles ideales y de las iniciativas de bien de la humanidad que camina” (n.28).
Por lo tanto, una espiritualidad ecuménica inspirada en la Biblia no puede replegarse en ella misma o ser exclusivamente eclesiocéntrica. Debe estar atenta a la vida y servir a la vida. Debe ocuparse de los asuntos cotidianos, de las pequeñas experiencias de cada día, así como de las grandes cuestiones de la vida y supervivencia del hombre moderno, y también de las religiones y de las obras de la cultura humana. Según un principio de la mística tardo-medieval y de Ignacio de Loyola, es posible encontrar a Dios en todas las cosas.
Espiritualidad ecuménica significa cooperación en favor de la vida, de la justicia, de los derechos del hombre y de la paz. En este contexto no estoy pensando en primer lugar en acciones espectaculares, sino en cooperar en las obras de caridad de cada día, para los niños, los jóvenes, los enfermos, los discapacitados y la gente mayor. Estoy pensando también en la cooperación con la pastoral para los turistas, en los medios de comunicación, etc. Debemos superar en todos estos ámbitos el espíritu de competitividad, porque es necesario que impere la solidaridad. Podemos hacer tantas cosas juntos, y mediante esta cooperación nos conocemos mejor y crecemos juntos.
2. En la Biblia, el espíritu no es sólo fuerza creadora de Dios: es también la fuerza divina que se explicita en la historia. El Espíritu habla a través de los profetas y es prometido como el espíritu mesiánico (Is 11,2; 42,1). Es la fuerza de la nueva creación, que transforma el desierto en paraíso y lo convierte en lugar de ley y justicia (Is 42,15 ss). “No con el poder, no con la fuerza, sino con mi espíritu” (Zac 4,6). El espíritu acerca la criatura que gime y sufre al Reino de la libertad de los hijos de Dios (cfr. Rom 8,19 ss).
El Nuevo Testamento anuncia la venida del Reino de la libertad de Jesucristo. Un reino que nace del Espíritu (Lc 1,35; Mt 1,18.20); en el momento del bautismo, el Espíritu desciende sobre él (Mc 1,9-11); toda su obra sobre la tierra tiene el sello del Espíritu (Lc 4,14.18; 10,21; 11,20). El Espíritu descansa en él; así él puede anunciar el mensaje de júbilo a los pobres, la libertad a los prisioneros, la vista a los ciegos y la justicia a los afligidos (Lc 4,18). Su resurrección acontece en la fuerza del Espíritu (Rom 1,3) y en la fuerza del Espíritu él continúa estando presente en la Iglesia y en el mundo. “El Señor es espíritu” (2 Cor 3, 17).
Puesto que en Jesucristo, en su vida sobre la tierra y en su obra como Redentor, la acción del Espíritu inscrita en la historia de la salvación llega a su plenitud escatológica, el Espíritu es para Pablo el Espíritu del Cristo (Rom 8,9; Fil 1,19), el Espíritu del Señor (2 Cor 3,17) y el Espíritu del Hijo (Gal 4,6). La confesión de Jesucristo es por lo tanto el criterio fundamental para el discernimiento de los espíritus: “...nadie que hable bajo la acción del Espíritu de Dios dice: “Jesús es anatema”; y nadie puede decir: “Jesús es Señor”, si no es bajo la acción del Espíritu Santo” (1 Cor 12,3).
Con esto queda bien afianzado el criterio cristológico, que es el decisivo en una espiritualidad ecuménica. Este criterio quiere luchar contra el peligro de un relativismo y de un sincretismo espiritual, que amenaza las experiencias espirituales de las diversas religiones, confundiéndolas entre ellas y seleccionándolas de manera ecléctica. La espiritualidad ecuménica preserva la unicidad y la universalidad del significado salvífico de Jesucristo. Ella es también contraria a la tentación soñadora y exaltada de eliminar la intermediación cristológica y acceder directamente a Dios. Y recuerda: “Dios, nadie lo ha visto nunca; el Hijo unigénito que está en el seno del Padre es quien lo ha revelado” (Jn 1,18).
Una espiritualidad ecuménica legítima será por lo tanto en primer lugar una espiritualidad bíblica y recibirá un influjo en la lectura común de las escrituras y en el estudio común de la Biblia. Se impregnará de la Lectio divina, tan recomendada por el Concilio (DV 25), es decir, la lectura de la Biblia ligada a la oración que se convierte en un coloquio entre Dios y el hombre. Reflexionará continuamente sobre las narraciones bíblicas de la venida de Jesús, sobre su mensaje de libertad, sobre su obra liberadora y salvífica, sobre su servicio a los otros, sobre su kenosi hasta la muerte, sobre su entera persona y sobre su obra entera, haciendo de esto el criterio fundante. Ella se empapará del seguimiento de Jesús y continuará buscando el rostro del Cristo, como ha mencionado de manera pragmática Juan Pablo II en su Carta Apostólica Novo millenio ineunte de 2001. Tal espiritualidad se revela en aquello que Pablo define como los frutos del Espíritu: caridad, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, dulzura, templanza (Gal 5, 22).
Espiritualidad cristocéntrica significa espiritualidad de la escucha de la palabra y significa también espiritualidad sacramental. Cristo está presente en la palabra y en los sacramentos; el Concilio renovó la imagen de la mesa de la palabra y del cuerpo del Cristo (DV 21). Ecuménicamente tenemos en común sobre todo el Bautismo, mediante el cual somos miembros del único cuerpo de Cristo y estamos ya ahora en una comunión profunda si bien todavía no plena. Por lo tanto, las celebraciones de conmemoraciones del Bautismo común son centrales para una espiritualidad ecuménica. Se puede pensar en la fiesta del Bautismo de Cristo o en ceremonias del período de Cuaresma. No obstante, no es posible una plena participación común en la eucaristía. Conozco bien los problemas pastorales que pueden surgir de ello. Durante los últimos años, se ha desarrollado la costumbre de que aquellos que no pueden participar plenamente y no pueden comulgar piden la bendición del sacerdote; con lo cual no se sienten excluidos y participan tanto como es posible.
La espiritualidad cristológica valora también los testigos de Cristo. Tenemos en común muchos santos de los primeros siglos y tenemos muchísimos testigos que podemos decir mártires, sobre todo en el siglo pasado. Ellos son modelos y ejemplos en el seguimiento de Jesús. No podemos olvidar María, la Madre de Jesús. Incluso muchos evangélicos hoy la redescubren como una figura bíblica y como hermana en la fe.
En fin, en el Espíritu, podemos y debemos decir “¡Abbá, Padre!” como Jesús dijo a Dios (Rom 8,15.26 ss; Gal 4,6). Por lo tanto, una espiritualidad ecuménica es una espiritualidad de la oración. Como María y los Apóstoles –y junto con ellos- tal espiritualidad debe recogerse siempre en la plegaria por la venida de una Pentecostés regeneradora (cfr. Hech 1,13 ss.). Una espiritualidad ecuménica vive, como el mismo Jesús, de la plegaria; concuerda con la plegaria de Jesús y se une a él, en el deseo que todos sean uno (cfr. Jn 17,21). En la plegaria soporta, como Jesús en la cruz, también la experiencia del abandono del espíritu y del abandono de Dios (cfr. Mc 15,34); sólo en la fuerza de la plegaria puede soportar dificultades y desilusiones ecuménicas, como también la experiencia ecuménica del desierto.
3. Junto al criterio cristológico, para Pablo hay también el criterio eclesiológico. Pablo enlaza el Espíritu con la construcción de la comunidad y con el servicio en la Iglesia. El espíritu ha sido dado para el bien de todo el mundo. Los diversos dones del Espíritu deben servir unos y otros (1 Cor 12,4-30). El Espíritu no es un Espíritu de confusión, sino un Dios de paz (1 Cor 14,33). Pero la obra del Espíritu no está limitada a las instituciones de la Iglesia y monopolizada por ella; el Espíritu es dado a todo el mundo como afirma la Biblia, cada cual tiene su carisma. Pero el Espíritu no obra cuando los hombres están unos contra otros, sino cuando están unos con otros, y gracias a la contribución personal por parte de cada uno. El Espíritu es adverso a toda división en facciones y partidos. El don más grande del espíritu es la caridad, sin la cual el conocimiento no tiene ningún valor. La caridad no tiene envidia, no se vanagloria, no se enorgullece; todo lo soporta y no caducará nunca (cfr. 1 Cor 13,1-4.7).
Precisamente, la tradición teológica ha desarrollado con propiedad este aspecto. Según Ireneo de Lyon, la Iglesia es “el recipiente, donde el Espíritu ha vertido la fe y la mantiene fresca”; allí donde está la Iglesia, está también el Espíritu de Dios; allí donde está el Espíritu de Dios, está la Iglesia y toda la gracia” (Adv. haer. III, 24,1). E Hipólito dice: “Festinet autem te ad ecclesiam ubi floret spiritus” (Trad apost. 31; 35). En toda la tradición occidental, inspirada sobre todo en Agustín, el Espíritu es el amor entre el Padre y el Hijo, y aquello que hay de más interno a Dios y al mismo tiempo es más externo a Dios, dado que, en él y a través de él, el amor de Dios se derrama a nuestros corazones. En el Espíritu, Dios da su intimidad al exterior de modo que así nosotros podamos compartir su vida. El Espíritu es, pues, el principio vital de la vida cristiana y como el alma de la Iglesia (cfr. LG 7).
La espiritualidad ecuménica es, pues, una espiritualidad eclesial y, por esto mismo, una espiritualidad de comunión. La espiritualidad ecuménica se afanará por lograr el “Sentire ecclesiam”, se esforzará por entrar más profundamente en la esencia, la tradición, y en particular en la liturgia de la Iglesia, haciendo la liturgia de manera actual y consciente. La espiritualidad ecuménica vive de la fiesta de la liturgia. Tal espiritualidad ecuménica generalmente es vivida en grupos y círculos ecuménicos. Estos grupos, sin embargo, no pueden separarse de la más amplia comunidad de la Iglesia y elevarse por encima de esta. No pueden hacer ecumenismo a su propio gusto y manera. Deben sentirse como miembros que contribuyen a la vida de todo el cuerpo de la Iglesia y por otra parte la reciben también de la comunidad más grande. La espiritualidad ecuménica se esfuerza en conservar la unidad del Espíritu (cfr. Ef 4,3).
Vivir en la Iglesia, con la Iglesia y vivir la Iglesia significa sufrir en la Iglesia y con la Iglesia. Ella sufre y sangra por las heridas causadas por las divisiones. Este sufrimiento es esencial en la espiritualidad ecuménica. Así, la espiritualidad ecuménica moviliza la conciencia de la Iglesia, privándola de replegarse sobre ella misma y sobre su autosuficiencia confesional; estimulándola, por contra, a recorrer y a tocar en la riqueza de las otras tradiciones para buscar una unidad ecuménica más amplia y, de este modo, llegar a la plenitud concreta de su catolicidad. Ella, por lo tanto, entreabre proféticamente una visión del futuro ante la realidad eclesial concreta, sin huir ante esta realidad, pero esforzándose en cambio con paciencia y constancia para conseguir el consenso.
El Espíritu es quien la hace entrar en una verdad cada vez más grande y cada vez más profunda; él debe guiarnos a la verdad completa (Jn 16,13). Esto sucede de varias maneras, una de las cuales, según el texto conciliar ya citado, es la experiencia espiritual. De ésta, forma parte también la experiencia espiritual ecuménica. En efecto, el diálogo ecuménico no es simplemente un intercambio de ideas, sino un intercambio de dones y de experiencias espirituales (UUS 28). Esto es posible para cada cristiano, en el lugar y en la forma que son propios de cada uno, porque cada uno a su manera es un experto, es una persona que vive una experiencia y quiere comunicarla a los otros. Para el diálogo ecuménico vale, pues, todo lo que Pablo ha dicho para toda reunión de la comunidad: cuando os reunáis, que cada uno aporte el propio don (cfr. 1 Cor 14,26).
En los últimos decenios, nosotros los católicos hemos aprendido mucho de la experiencia de nuestros hermanos y de nuestras hermanas protestantes en todo el que se refiere al significado de la Palabra de Dios y a la interpretación de la Sagrada Escritura; ellos, por su parte, aprenden de la realidad de nuestros signos sacramentales y de nuestra manera de celebrar la liturgia. En el encuentro ecuménico con las Iglesias orientales, podemos aprender de su riqueza espiritual y de su respeto por el misterio, mientras que ellos pueden compartir nuestras experiencias pastorales y nuestra experiencia en contacto con el mundo actual. Como sugiere una expresión feliz del Papa Juan Pablo II, la Iglesia puede, pues, aprender a respirar de nuevo con los dos pulmones.
Por lo tanto, el diálogo ecuménico no tiene como objetivo primario el de inducir los otros a convertirse a nuestra Iglesia, sino la conversión de todos a Cristo. Naturalmente, no podemos ni debemos excluir las conversiones singulares en el sentido tradicional; debemos tener un gran respeto por las decisiones tomadas a nivel de conciencia personal que motivan estas opciones. Incluso así, aun en el caso de una conversión individual, de hecho no se trata de una conversión a otra Iglesia, sino de una conversión a la plena verdad de Jesucristo. En este sentido, todos deben convertirse, ya que la conversión no es un acto hecho de una vez para siempre, sino un proceso continuado.
El encuentro ecuménico sostiene esta conversión, puesto que nos lleva al examen de conciencia y es inseparable de la conversión personal y del deseo de una reforma de la Iglesia (cfr. UUS 16; 34 ss; 83 ss). Cuando, intercambiando nuestras recíprocas experiencias confesionales y partiendo de nuestros presupuestos diversos, nos acercamos a Jesús y logramos la medida del completo desarrollo de Cristo (Ef 4,13), entonces nos convertimos en una sola cosa con él. Él es nuestra unidad. En él, tras haber superado nuestras divisiones, podemos realizar históricamente, en concreto, también toda la plenitud de la catolicidad.
Pidámonos ahora: ¿cuál es la unidad de la plenitud hacia la cual andamos? La respuesta es la siguiente: no se trata de una fusión como las de las grandes empresas internacionales de nuestro mundo globalizado; no es tampoco un sistema complejo, desde el punto de vista especulativo o institucional, en el cual los opuestos se anulan, siguiendo una dialéctica de tipo hegeliano. En esto reside la diferencia de fondo entre diálogo y dialéctica. Ciertamente, el diálogo intenta disipar los malentendidos y superar las divisiones entre los partner, tendiendo a la reconciliación. Pero la reconciliación propiamente no elimina la alteridad del otro, no la absorbe ni la aspira, haciéndola desaparecer. Por el contrario, la reconciliación reconoce el otro en su alteridad. La unidad en la caridad no se logra cuando la identidad del otro es anulada y absorbida, sino al contrario, cuando ésta llega a ser confirmada y plena.
Esta experiencia de la unidad en la caridad es el modelo de la unidad cristiana y eclesial. Encuentra, en último término, el fundamento en el amor trinitario entre Padre, Hijo y Espíritu Santo y es el modelo para la unidad eclesial: la unidad de la Iglesia es como un icono de la Trinidad (cfr. LG 4; UR 3).
En último término, el ecumenismo y la unidad son un acontecimiento espiritual. Allí donde se logra un consenso ecuménico, este consenso será experimentado como un don espiritual y como una nueva Pentecostés. De esta nueva Pentecostés habló el Papa Juan XXIII, abriendo el Concilio Vaticano II con una clara perspectiva ecuménica. Estoy convencido de que, si nosotros rogamos como María y los Apóstoles en el Cenáculo (Hech 1,12-14) y si nos empeñamos en hacer todo cuanto nos sea posible, recibiremos un día este don.
Aunque el documento es bastante largo, creo que es importante porque define a la iglesia en su posición frente al movimiento ecuménico de las iglesias y grupos de la cual partiria el acercamiento de grupos templarios dispersos y prioratos esparcidos pero que buscan la unidad entre ellos mediante la OSMTH o de organizaciones similares. Esto me llevara a presentar otros temas como la "Ley del Amor" (En Cristo para los cristianos) y el informe sobre las logias al Episcopado De Norte América que significo el anulamiento de muchas recomendaciones por parte del Vaticano emergidas durante el concilio Vaticano II con respecto a las logias y explicar algunos términos generales contenidos en el concepto "Excomunión" con que la Iglesia separa espiritualmente a muchos de sus miembros.  
Con el Saludo Fraternal a todos mis H:.T:.de este Portal
El Oraculo Del Temple

Templo Vrs, Templo


A las supuestas revelaciones del libro “El Código Da Vinci” de Dan Brown, el Opus Dei ha contestado de la siguiente manera:
La Orden de los Caballeros Templarios fue una de las más importantes y poderosas que surgieron durante las Cruzadas, fundada en 1118 con el propósito de defender a los Santos Lugares de las fuerzas musulmanas que trataban de reconquistarlos. Brown dice en Código Da Vinci que; el conocimiento secreto que tenía el Priorato referente al matrimonio de Jesús con María Magdalena permitió que los Caballeros Templarios chantajearan a la Iglesia católica? ¿Es cierto eso? La auténtica pregunta es: «¿En qué pruebas se basan en el libro, para hacer una afirmación tan escandalosa?». En realidad, no existen razones. Por supuesto: no hay evidencias de que el primitivo Priorato de Sion estuviera:
a) relacionado de algún modo con los Caballeros Templarios;
b) implicado en las excavaciones del Templo del Monte;
c) relacionado con algún documento sobre el matrimonio de Jesús con María Magdalena;
d) relacionado con Leonardo da Vinci; y
e) relacionado en algún sentido con el «Priorato de Sión» fundado en 1956 por Pierre Plantard.
Por lo tanto, no consta en absoluto que el Priorato de Sion y los Caballeros Templarios fueran dueños de cualquier información sensacional sobre la relación entre Jesús y María Magdalena con la que poder chantajear a la Iglesia.
Entonces, ¿quiénes fueron los Caballeros Templarios y por qué llegaron a ser tan poderosos?
La de los Caballeros Templarios fue una de las más importantes y poderosas órdenes militares que surgieron durante las Cruzadas, fundados en 1118 con el propósito de defender a los Santos Lugares de las fuerzas musulmanas que trataban de reconquistarlos. Y si se hizo poderosa, no fue porque desenterrara el secreto del matrimonio de Jesús y chantajeara a la Iglesia con él, sino porque estaba implicada en gran medida en toda la infraestructura política y financiera de los reconquistados Santos Lugares, así como también en la europea.
Así que, como mínimo, estuvieron implicados en las funestas Cruzadas.
La idea de que las Cruzadas fueron esencialmente funestas es otro ejemplo del revisionismo histórico, de mirar al pasado con una visión contemporánea. De hecho, las Cruzadas (que fueron ocho: la primera comenzó en el año 1096 y la última, en 1270) fueron un asunto enormemente complejo. Su objeto fundamental era el de defender a los cristianos orientales de las arremetidas de las fuerzas musulmanas que ya habían conquistado Tierra Santa, el norte de África, España y gran parte de Oriente Medio, y que seguían apoderándose de lo que en una época fueron territorios cristianos. Los cristianos orientales pidieron que sus hermanos occidentales acudieran en su ayuda, y allá fueron. La única Cruzada realmente victoriosa fue la primera, pues en ella se reconquistó Tierra Santa y, en 1099, se recuperó Jerusalén de manos musulmanas. Sin embargo, un siglo después, Jerusalén se perdió de nuevo y los Santos Lugares volvieron a caer bajo el dominio musulmán. Las cruzadas posteriores no fueron un éxito, con la posible excepción de la Reconquista (que, hablando estrictamente, no se considera una de las Cruzadas), que logró expulsar a los moros de España en el siglo xv. Después del período de las Cruzadas, el Islam continuó su expansión por medio de la yihad (es decir, la guerra santa) hasta que su crecimiento territorial vía conquista fue detenido por las victorias cristianas en las célebres batallas de Lepanto, en 1571, y de Viena, en 1683.
¿Es cierto que la Iglesia católica acabó con los Caballeros Templarios en una sola noche?
Una de las calumnias más escandalosas en El Código Da Vinci es la afirmación de que «el Vaticano» (que no existía como tal en aquel período de la Historia), con objeto de silenciar a los Templarios y acabar con su amenaza chantajista de revelar la «verdad» sobre Jesús, organizó una vasta conspiración que se extendió por toda Europa para aniquilar a los Templarios en una sola noche. Como todas las grandes mentiras, esta contiene solamente una parte de verdad para resultar convincente, pero es una grave manipulación de la Historia.
Aunque es cierto que los Templarios fueron cruelmente perseguidos y finalmente aniquilados, el problema radicaba en Felipe IV («Felipe el Hermoso», rey de Francia y enemigo acérrimo del Papa), quien organizó la persecución y el aniquilamiento. Contrariamente a morbosas afirmaciones, el hecho es que Felipe  se dirigió a los Templarios buscando financiación para una de sus guerras. Los Templarios se la negaron, y Felipe pidió al Papa Bonifacio VIII que los excomulgara. El Papa rehusó, y el rey envió a Roma unos mercenarios que le asaltaron y secuestraron. Bonifacio murió a consecuencia de aquel violento trato. Su sucesor, Benedicto XI, levantó a Felipe la excomunión (consecuencia del ataque a Bonifacio), pero se negó a exonerar al agente del rey que había organizado el asalto. Entonces, Benedicto murió repentinamente (existen grandes sospechas de que fue envenenado por un enviado del rey) y le sucedió Clemente V, que trasladó el papado a Avignon, en Francia. El Papa cedió a regañadientes a las exigencias de Felipe. Las investigaciones papales sobre los Templarios en conjunto y de sus miembros individuales no encontraron culpables de herejía a los Caballeros de fuera de Francia. Sin embargo, los cuarenta y cuatro ejecutados en Francia lo fueron porque el rey Felipe (no el Papa) los quería muertos. En resumen: el Vaticano estaba:
a) no en el Vaticano (ni en ningún lugar de Roma, dicho sea de paso), sino en Avignon;
b) era, a lo sumo, una herramienta reticente y sin poder alguno en manos del rey francés;
c) no tuvo nada que ver con aquella vasta conspiración paneuropea contra los Tem­plarios.
La fuerza impulsora no fue un complot de la Igle­sia católica por dar fin a un chantaje de cientos de años referente al matrimonio de Jesús, sino el deseo de Felipe de eliminar un obstáculo a sus ansias de poder.
Laura Millar, una crítica de la revista digital claramente no cristiana Salon, nos ofrece una razonable posibilidad en su ensayo «La sandez Da Vinci»:
Tienes la impresión de que su autor no imaginó nunca la polvareda que levantaría o que diera lugar a un tipo de escrutinio que la novela no puede afrontar. En consecuencia, se cometieron unos errores tan tontos y negligentes para llevar la mentira a sus pretensiones de extensas investigaciones, tales como tener un «experto en el Grial» que describe los Manuscritos del Mar Muerto como «documentos de la primera cristiandad», cuando dichos documentos son judíos y no mencionan para nada a Jesucristo. (Fuentes: www.salon.com Ibooks/feature/2004/12129/da vinci_code/indexl.html).
En resumen, la razón fundamental de que el libro tenga tantos errores se debe a que su autor no esperaba, probablemente, que llegara a ser semejante fenómeno cultural y supuso, por lo tanto, que nadie se tomaría la molestia de comprobar sus aseveraciones. Ahora que se ha convertido en un mega best‑seller se encuentra en el aprieto de tener que defender su chapucera investigación. Su defensa es doble: en primer lugar, asegura repetidamente que «Solo es una novela» así que los críticos se ponen en ridículo al quejarse de los errores de una obra de ficción. En segundo lugar, exagera el sentido de la «impecable exactitud» de sus afirmaciones insistiendo siempre en su veracidad histórica. (Adviértase la lógica contradicción entre estos dos aspectos de la defensa del autor Convence al lector medio con este enfoque y presenta a la critica informada como un puntilloso cascarrabias.

Los autores de este texto extraído del libro "El engaño Da Vinci" editado por "Palabra" son:
Mark Shea es el redactor jefe de Catholic Exchange (www.CatholicExchange.com) y autor de varios libros, entre ellos, Making Serse Out of Scripture: Reading the Bible as the First Christians Did (Basílica, 1999) y By What Authority? An Evangelical Discovers Catholic Tradition (Our Sunday Visitor, 1996). Vive en Seattle con su esposa y sus cuatro hijos.
Edward Sri, S.T.D., es profesor adjunto de Teología en el Benedictine College en Atchison, Kansas. Es autor de varios libros, entre ellos, The New Rosary in Scripture: Biblican Insights for Praying the 20 Mysteries (Servant, 2003). Sri es uno de los fundadores con Curtis Martin de FOCUS (Fellowship of Catholic University Students), y escribe y habla sob re la Sagrada Escritura, apologética y Fe católica. Vive en Kansas con su esposa Elizabeth y sus tres hijos.

Muchas otras defensas han salido en diferentes publicaciones, la que presento, es escueta y esta editada en el sitio oficial del Opus Dei en el Internet; Por supuesto, hay muchas cosas mas que la Iglesia admite o esconde y aunque acepto casi en su totalidad los argumentos de esta defensa, yo en lo personal, no tengo ninguna relación con el Opus Dei, cuya pagina visito para comparar algunos temas relacionados con otras Fuentes y conocer la posición de la Iglesia con respecto a ellos. Mis investigaciones me han llevado a temas tan fantasiosos como los de Dan Brown, pero admito que muchas respuestas, han venido a mi, desde fuentes interiores misteriosas que yo llamo “Mis Ángeles” , posteriormente las he comparado con hechos históricos y he quedado sorprendido de su gran relación con ellos, otras veces me he visto transportado en sueños a lugares extraordinarios de los que muchas veces he despertado para ponerme a escribir todo lo guardado de ellos en mi memoria. Yo no soy un escritor nato, solo me considero un artista pintor, además de arquitecto, pero un impulse interior me hace escribir cosas que para mi también son difíciles de aceptar. Continuando con el tema de esta discusión, escribo lo siguiente:
Los Templarios y El Opus Dei
Josemaría  Escrivá  de  Balaguer
Nació en Barbastro (Huesca,  España) el 9 de enero de 1902.
Funda El Opus Dei en 1928, tres años después de haber recibido su ordenación en 1927 cuando contaba con solo 26 años de edad. En 1936, emigra a Burgos, siguiendo el paso de los Pirineos, debido a la persecución religiosa de la guerra civil en España a la cual regresa al final de la guerra en 1939, terminando sus estudios de Doctorado en Derecho el mismo año.
En 1946 fija su residencia en Roma. Obtiene el doctorado en Teología por la Universidad Lateranense. Es nombrado consultor de dos Congregaciones vaticanas, miembro honorario de la Pontificia Academia de Teología y prelado de honor de Su Santidad. Sigue con atención los preparativos y las sesiones del Concilio Vaticano II (1962-1965), y mantiene un trato intenso con muchos de los padres conciliares
Fallece en Roma el 26 de junio de 1975. Varios miles de personas, entre ellas numerosos obispos de distintos países —en conjunto, un tercio del episcopado mundial—, solicitan a la Santa Sede la apertura de su causa de canonización. El 17 de mayo de 1992, Juan Pablo II beatifica a Josemaría Escrivá de Balaguer. Lo proclama santo diez años después, el 6 de octubre de 2002, en la plaza de San Pedro, en Roma, ante una gran multitud.

La historia de Don Josemaria, esta llena de muchos hechos significativos, uno de ellos, el haber permanecido tan cerca de los Pontífices, Juan XXIII, Pablo VI,. Juan Pablo I y Juan Pablo II. Se dice que en aquel tiempo, Juan XXIII, el Papa Templario, en ceremonia secreta, exonera de herejía, a los Templarios muertos y torturados por los inquisidores del Rey de Francia y da al Opus Dei, una fuerza y un poder similar al del Temple, cuya Prelatura, queda bajo la tutela directa del Papa. Por otra parte, el Priorato del Tesoro de Constantino, tambien llamado de Santa Elena, nunca ha sido monopolizado por la Iglesia, cuya custodia ha compartido con la iglesia Aramea, la Iglesia Ortodoxa, y una facción de las Logias en Suiza que se han mantenido del lado de la Iglesia Católica Romana, Reformista y Protestante dentro de un Ecumenismo anterior al concilio y que se dicen herederas del Temple en exilio. Deduzco por muchos hechos , que la parte de La custodia de este histórico secreto, por parte de la Iglesia Católica Romana, haya recaído en El Opus Dei. La rivalidad del Priorato de Sion con el Opus Dei, descrito por Dan Brown en su libro “El Código DaVinci”  tiene sus bases fundadas en estos hechos, pero implican a un Priorato nacido no mas allá de 1956, quien hace alusión a grandes mentes del Renacimiento, para dar peso y validez a un Priorato inexistente. Claro esta que fuera de estos grupos herméticos de estas Iglesias y de estas Logias, existen otros muchos desarrollados a lo largo y ancho de la búsqueda del Grial por las grandes Logias en el poder, quienes siempre han mantenido secretos colaterales al de estos grupos, los cuales han ido obteniendo a base de saqueos, compras ilícitas y robos, pero nuca en forma de transmisión directa del secreto para la continuidad de la misión protectora. Estoy terminando un libro al que he titulado Templo Vs. Templo y en el hago alusión a muchos hechos concretos que han caracterizado estas guerras subterráneas entre estas grandes instituciones religiosas y grupos laicos de poder que atentan también contra el poder religioso de estas Iglesias mediante la creación de grandes Macro sectas que emulan y conforman  las grandes religiones monoteístas y que fueron creados por las poderosas logias de Estados Unidos en la centuria de 1800's.  Sé que estas paginas no son las adecuadas para desenmascararlas o hablar de ellas, pero lo hare en uno de mis blogs, como preámbulo de mi libro y a su debido tiempo, pediré permiso a los responsables de estas paginas, para editar un enlace que pueda ser visitado voluntariamente, por aquellos interesados sin que mis conclusiones, representen un problema de identidad para estas paginas.
Creo que las interrogantes (a,b,c,d y e) planteadas por el Opus Dei en esta Pagina, son muy interesantes, por lo que tratare en próximas discusiones, opinar sobre estas mismas.

Con un saludo fraternal a todos mis H:.T:. en Cristo
El Oraculo Del Temple

Regina Coeli

Nuestra Señora del Monte Carmelo, refugio de los Templarios quienes influenciaron grandemente en el futuro de esta Orden Religiosa de los Carmelitas.

REGINA COELI
Regina coeli laetare,
Alleluia,
Quia quem meruisti portare.
Alleluia,
Resurrexit,
Sicut dixit,
Alleluia.
Ora pro nobis Deum.
Alleluia.

Reina Del Cielo
Alégrate, Reina del cielo; aleluya.
Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
Ha resucitado, según predijo; aleluya.
Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.
Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.

Las palabras de apertura del himno pascual de la Santísima Virgen, el rezo de las cuales se prescribe en el Breviario Romano de Completas del Sábado Santo hasta la nona del sábado después de Pentecostés inclusive. En el coro, el himno debe ser cantado de pie. En la ilustración de la opinión de que el himno se forma una "estrofa sintónica", es decir, una función del acento de la palabra y no la cantidad de la sílaba, que es como sigue:
En los dos primeros versos ("Regina" y "Quia"), el acento recae en las sílabas segunda, cuarta y séptima (la palabra quia se cuentan como una sola sílaba), en el segundo dos versos ("Resurrexit", "Sicut dixit "), en las sílabas primera y tercera. El Aleluya funciona como un estribillo. De autor desconocido, el himno se remonta al siglo XII. Fue en el uso franciscano, después de las Completas, en la primera mitad del siglo siguiente. Junto con los otros himnos marianos, que se incorporó a la Oficina minorita-Curia Romana, que, por la actividad de los franciscanos, pronto se popularizó en todas partes, y que, por el orden de Nicolás III (1277-1280), reemplazó a toda la mayores de los libros de oficio en todas las iglesias de Roma. Batiffol ("La historia del Breviario Romano", tr., Londres, 1898, pp 158-228) admite que "tenemos una deuda sólo de gratitud a quienes nos dieron las antífonas de la Santísima Virgen" (p. 225) , que considera "cuatro exquisitas composiciones, aunque en un estilo debilitado por el sentimentalismo" (p. 218). Los himnos son realmente exquisitos, aunque (como correctamente se puede observar en la conexión) se ejecutan a través de la gama de estilo literario medieval, de los hexámetros clásicos del "Alma Mater Redemptoris" a través del ritmo acentual ricamente rimado y estrofas regulares de la "Ave Regina Coelorum", la estrofa irregular sintonía del "Regina Coeli", hasta los ritmos de la prosa sonora (con cierre de rimas) de la Salve Regina. "En el siglo 16, las antífonas de la Santísima Virgen se emplearon para sustituir al pequeño oficio en todas las horas" (Baudot, "El Breviario Romano", Londres, 1909, p. 71). El "Regina Coeli" toma el lugar del "Angelus" durante el tiempo pascual.
La autoría del "Regina Coeli" es desconocido, la leyenda dice que San Gregorio Magno (muerto en 604) escuchó las tres primeras líneas cantadas por los ángeles en una cierta mañana de Pascua en Roma, mientras caminaba descalzo en una procesión religiosa muy bien y que el santo acto seguido añadió la cuarta línea: ".. Ora pro nobis Deum Aleluya" (Véase también la Salve Regina para una atribución de la autoría similares). La autoría ha sido atribuida a Gregorio V, pero sin una buena razón. Las hermosas melodías de canto llano (una simple y una forma ornamental) se da de distinta manera en el antifonario Ratisbona y en el de Solesmes "Liber Usualis" de 1908, la forma adornada en esta última obra, con signos rítmicos añadido, que es muy atractivo. El funcionario o la melodía "típica" se encuentra (p. 126) en el Antifonario del Vaticano (1911). Sólo una forma de la melodía se le da. Las diferentes longitudes silábicas de las líneas que el himno difícil de traducir con fidelidad en verso Inglés. El himno a menudo ha sido tratado musicalmente por dos compositores polifónicos y modernos.(Enciclopedia Católica).
Los Templarios quienes tenían a La Virgen María como su Dama, Señora Reyna y Protectora, solían entonar con devoción este canto durante la mayoría de las fiestas dedicadas en su honor.

Desde la soledad del Temple, con un saludo fraternal para todos mis H:.T:.  en estas fechas de júbilo Pascual.

 El Oraculo Del Temple

Desde La Soledad Del Temple

Pobre de mí, pues me parezco a los que recogen espigas después de la siega o a los que rebuscan racimos después de la vendimia, pero no hay ni un racimito para probarlo ni una de esas primeras brevas que me gustan.
Los creyentes han desaparecido del país, y entre sus habitantes no se encuentra ni siquiera un hombre justo.
Sus manos son buenas para hacer el mal: el príncipe es exigente; el juez se deja comprar; el poderoso decide lo que le conviene.
Su bondad es la del cardo, su honradez peor que una hilera de espinos. ¡Pobres de ellos! Ahora viene el juicio, el día de su castigo, y ahora no saben qué hacer.
No crean en su compañero, ni confíen en su amigo; cuídate de la que se acuesta contigo.
Porque ahora el hijo insulta a su padre, la hija se rebela contra su madre, la nuera contra su suegra, y cada cual tiene por enemigos las personas de su familia.
Pero yo miraré al Señor, esperaré en el Dios que me salva; mi Dios me atenderá.
Miqueas 7:1-7

Meditando sobre la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor, espero compartir con Ustedes las experiencias espirituales de estas fechas litúrgicas en un Templario sin tiempo ni espacio.
Enlazándome con la publicación en el Blog de mi A:.H:.y Q:.M:.T:.  C. L.J.M., sobre las Profecías Intrigantes, sobre el tema San Malaquías que me parece fascinante, recordaba la de Nostradamus en relación con ella referente al último Papa, en la que se refería a que uno de los de negro asumirá el puesto; Así solían referirse a los integrantes de los Jesuitas por lo que tal vez, será un Jesuita el que ocupara este puesto o tal vez la profecía se refiera a un templario sinónimo de Jesuita, los cuales siempre han sido identificados como la orden religiosa contemporánea más cercana a los ideales espirituales de Temple y cuyos Cardenales aunque no pertenecientes a esta Orden Religiosa, podrían estar usando en forma significativa, el símbolo de la Cruz en sus escudos de Armas. Algunos Norteamericanos sobresalen en ellos. Este Papa, se unirá al Anticristo en su proyecto de "Un Gobierno, Una Economía y Una Religión" y será destituido por éste, hecho prisionero y renunciara a su cargo en secreto, permitiendo a la Iglesia en exilo y perseguida, elegir un nuevo Papa. Yo en lo personal, no creo que sea el fin de la Iglesia, sino, solo un gran momento de prueba y de purificación, no solo para ella, sino para el Temple y para toda la humanidad en general, por lo que continuare hablando sobre este siniestro personaje, mencionado por San Juan. en su libro de Revelación.
Con el saludo fraternal de siempre, para todos mis H:.T:. de este Portal.
El Oraculo Del Temple

Algunas Gotitas De Mi Fantasia

Continuando con nuestro tema de la búsqueda de Jesús Histórico en tiempos de Constantino, quiero agregar algunas reflexiones. Si Constantino y sus principales emisarios, no eran cristianos, con excepción del Obispo Osius, ¿Cómo es que sabrían buscar de indicios y reliquias si jamás habían estado interesados en el cristianismo como religión?. bueno, la participación del Obispo Osius, parece ser la respuesta. Una vez integrado el grupo donde se reclutaron oficiales con conocimientos en algunas aéreas de interés para la investigación, deducimos que debía de haber habido, oficiales familiarizados con la región, inclusive que hablaran con fluidez las lenguas de esos lugares, tuvieran conocimientos de espionaje militar y estuvieran familiarizados con el pensamiento gnóstico de los grupos del área marcada y algo de cristianismo, cuidando de que no fueran cristiano, cuya religión pudiera interferir con los planes secretos de la misión. Sin embargo, esta fuerza no era suficiente, pues nunca podrían penetrar en secretos de algunos grupos, entre ellos el mismo cristianismo ortodoxo sin la ayuda de alguna de sus principales cabezas y esto me lleva a imaginar que el Obispo Osius, no vacilo en enviar a estos emisarios a Cesárea Marítima, donde el obispo Eusebio, figura predominante del pensamiento cristiano ortodoxo de su tiempo, había logrado establecer una biblioteca y reunido una gran cantidad de información que estaba analizando para la realización de su obra "Historia del cristianismo" así como la revisión de textos sagrados siguiendo los pasos de su maestro, Orígenes, y que además, porque era la persona que tenía más influencia en toda la jerarquía ortodoxa de la región y  el que gozaba de mayor apreciación entre estos grupos, que ni el mismo Obispo Osius tenia, con todo y que éste fuera el encargado de repartir las sumas de dinero que Constantino enviaba a esa zona. . Las entrevistas con el Obispo Eusebio, son parte de mi imaginación, pero debo suponer que una vez intuida la parte secreta que este grupo tenía en sus miras,  gracias a su sobresaliente mente, pudo incrustar en las fuerzas militares, algunos de sus más distinguidos discípulos, cuyos conocimientos de la historia, la religión, la arqueología y la arquitectura y las lenguas sagradas, iban a ser de gran beneficio para esta expedición, en el descubrimiento de lugares y objetos de los tiempos de Jesús, claro que su interés también estaba, en poseer o conocer de los artículos e información o libros que se lograran obtener en esta misión. Eusebio les debió de haber proporcionado una lista de Obispos ortodoxos de esta área, con las debidas recomendaciones para cooperar con este grupo, además de que podrían obtener información de grupos disidentes, así como de sus cabecillas y lugares de reunión. Por estrategia y premura del tiempo, ya que el emperador Constantino querría ver resultados en un  año, antes de la celebración del concilio convocado en Nicea, después de cual su madre, Helena de Constantinopla, emprendería un viaje a tierra Santa, para le edificación de Iglesias que contuvieran estos sitios y fueran honrados debidamente. Hasta ahora, sigo pensando que el interés de Constantino, no era su conversión como cristiano, ni tan siquiera, como se dice, su interés por unificar su imperio, a través de una religión dominante de su tiempo que si bien se decía cristiana, la ortodoxa no era la más fuerte, ya que la mayoría la componían las corrientes de Arrio y las influenciadas del pensamiento gnóstico proveniente de Alejandría, además  en  el paganismo, la tolerancia a otros dioses, había ayudado a mantener la paz en el glorioso pasado del Imperio Romano, que siguiendo el ejemplo de Alejandro Magno, no había impuesto una religión a los pueblos dominados, solo que roma, había cometido el error de imponer el culto al Emperador y esto había causado algunos choques sin importancia, con algunos grupos, principalmente los cristianos y judíos, que mantenían su creencia en un solo dios, porque al paganismo, en realidad no le importaba un dios mas. Por eso pienso, que el verdadero interés de Constantino, radicaba en su propia superstición, al haber escuchado de catecúmenos, de conversos como su madre Helena y de su catequista, el Obispo Osius, de que Jesús vino a establecer un  "Reino  eterno, lleno de paz" y esto es lo que él realmente aspiraba a darle a su Imperio, un reino en Cristo, que perdurara por los siglos. Esta estrategia, a contribuido en gran forma en el establecimiento de la democracia, que gracias a su tolerancia religiosa, ha sabido imponer este sistema en el mundo. Otra cosa que me gustaria señalar, es que contrario a lo que se piensa, no son las aldeas y las villas donde se generan las nuevas religiones, pues sus habitantes son más celosos de sus tradiciones y creencias, por lo que los verdaderos cambios en la aceptación de nuevas ideas y religiones, siempre se ha dado en las ciudades y los grandes centros de población,  y las ciudades del Imperio, así como las ciudades de nuestra época moderna, no fueron la excepción, por lo que me imagino, que tanto Constantino, como de sus principales oficiales, tuvieron que aceptar que sus madres y esposas iniciaran una campaña de catequización entre sus hijos y todos sus sirvientes en sus propios palacios y villas.
Actualmente estoy escribiendo la historia  "Buscado a Jesús el Nazareno" y a decir verdad, es agotador, porque en realidad adentrarte en la parte histórica, muchas veces basada en la antropología o en descubrimientos arqueológicos, te hace profundizar en tus propias reflexiones, pero escribir la historia según estas reflexiones y una actitud creativa, dando vida a personajes que se mezclen con los mencionados en hechos históricos o encontrando algunos que han sido mencionados muy poco, pero que han escrito mucho, te hace vivir la historia y te hace participar en esta magia que es la literatura. Por eso, el más grande problema que estoy teniendo al escribir estas páginas en el blog, es el de contener mi carro, que tiende a desbocarse y salirse del tema de la historia real; por eso, agrego algunas gotitas de reflexiones y fantasías, y les pido perdón, por ponerle un poquito de sal y pimienta a estos relatos.
En mi próxima pagina,  voy a empezar a editar una lista de los personajes en la vida de Jesús, y a platicar un poco de ellos, incluyendo enlaces y material grafico.
Con un saludo fraternal para todos Ustedes. Desde mi puesto en la batalla       

El Oráculo Del Temple

Friday, June 7, 2013

Julio II y el Pais Libre de Las Montañas



Tema censurado en el Blog de Templarios

Los temas de discusión en el blog, ofrecen una ventanilla de comentarios muy pequeña, por lo que yo, casi nunca la utilizo y había preferido contestarlos, utilizando un tema separado en mi blog de dicho portal,  utilizado un enlace con la página del tema original, porque eso es en realidad lo que se pretende en una discusión, la participación de los lectores, pero he desistido de seguir haciéndolo, por lo que mis temas, serán separados y sin aludir respuesta a ningún otro tema.
Los datos biográficos de Julio II, nos señalan  un momento muy significativo del renacimiento Italiano, donde la figura de grandes personajes, hacen su aparición. Para mencionar solo unos cuantos: diremos: D’Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Brahamante, Versari, los Medici, etc. etc., Las críticas a Julio II, se dan en su conducta bélica mas que religiosa y en su conducta moral que lo señalan como un libertino que murió de sífilis a causa de la misma, aunque también se mencionan algunos logros, como su interés por el arte y la, que unidos a los costos de guerra, lo hacían hacer malabares para obtener los fondos, uno de ellos, era vender puestos de cardenales entre las ricas familias que con la aparición de la burguesía habían aparecido en Europa y la autorización de prostíbulos donde se prostituían jóvenes de ambos sexos de los que se obtenían excelentes impuestos.
Sin pretender justificar o defender estos actos, solo mencionare lo siguiente: El redescubrimiento de la cultura griega había transformado la mentalidad y las costumbres de la sociedad romana, sin duda alguna la admiración por el cuerpo humano en su esplendor, “La juventud”. Esculturas y pinturas en la corte de Julio II, fueron criticadas por la sociedad no adaptada a estas ideas. Podría extenderme un poco más en este tema, pero no es mi intención justificar la sociedad gey de nuestra época. La venta de puestos de cardenales fue una medida económica y política, la primera, para obtener fondos para el sostenimiento de los costos excesivos que ocasionaban las construcciones y obras de arte que se llevaban a cabo en roma y la segunda, para recibir el apoyo de la naciente burguesía que deseaba el lugar de los señores feudales contra los que Julio II peleaba y obtener de ellos a través de sus hijos, el apoyo y lealtad hacia el Papa, ya que el cardenalato  era solo el símbolo de un colaborador cercano dispuesto a dar su vida por la Iglesia y por el Papa sin que estos tuvieran el derecho de nombrar sucesor  que al final y más después, fue entre ellos, culminando el deseo de la burguesía de apoderarse del Papado. Respecto a su muerte, causada por la sífilis, busque en internet la lista de personajes históricos supuestamente muertos por esta enfermedad altamente común en el pasado y no pude hallar el nombre de Inocencio II en ellas por lo que ignoro de donde saco mi amigo y H:. T:. tal afirmación a quien además le recordé que el como médico debía de saber que no todas las enfermedades sexuales se contraen con el acto sexual pues aun la sífilis, en cierta etapa de su proceso, es altamente contagiosa. Otro tema que se tocó, fue la creación de la guardia Suiza por Julio II y anteriormente, la creación de la nación Suiza como la nación Templaria.
Suiza, conocida durante el tiempo de la disolución del Temple, como el país libre de las montañas,  era por su ubicación, verdaderamente inaccesible para las pretensiones de cualesquier ejército en que uno pequeño, podría destruirlos fácilmente, por lo que el Temple no dudaría en escogerlo para refugiarse de la persecución de los reyes y de los inquisidores aunque su formación como nación neutral e independiente fue muy posterior a estos hechos. Yo en lo personal creo que no fue Julio II quien los creó, sino que fue el Temple quien se ofreció en forma simbólica para defender y proteger a la Iglesia y al Papado, al cual se sentían unidos desde su fundación. Hay que recordar que las logias suizas siempre han estado unidas de una forma u otra a la Iglesia, como lo afirmo una vez el Papa Juan XXIII. Respecto a  la formación de la nación templaria como un plan maestro de la orden, debo recordarles que el temple poseía innumerables territorios y que de haberlo deseado, bastaría haberse quedado con uno de ellos para  fundar su nación por lo que su retiro a Suiza, fue solo para salvaguardar los tesoros que custodiaban, entre ellos los de ricos señores feudales y grupos poderosos que los habían escogido como sus banqueros función que aun realizan y en la cual han ido cambiando sus reglas. Debo señalar que durante la Reforma, que se debió más que a una venta de indulgencias y corrupción de la Iglesia a el apoyo de reyes y señores feudales que deseaban controlar otra Iglesia libre de la tutela de Roma; esto ocasionó que el Temple se dividiera en esta región de los Alpes, en los que inclusive, se negó la entrada a los Jesuitas hasta años muy recientes, pues estos además de representar a una orden de templarios modernos, fueron el arma motriz de la Iglesia para detener el avance del protestantismo en Europa. Actualmente el catolicismo en esta región, ha ido creciendo y amenaza con desplazar al protestantismo.
Desde esta página, quiero pedir disculpas por haber abordado un tema sin la intención de minimizarlo,  solo deseaba responder con un espíritu abierto a la verdad. Por otro lado, el interés de muchos grupos de enarbolar la bandera del temple, no aceptan de buen agrado que logias suizas hayan estado siempre en contacto con la Iglesia.
Desde la Soledad del Temple.
Un Marshall solitario
“UBI AMOR IBI OCULOS”